El salario mínimo de $15 en Seattle no promete nada bueno para el resto de nosotros

Si Seattle no puede ajustarse a un aumento de salario mínimo de $13, ¿por qué deberían poder a $15?

En un importante artículo en el diario Seattle Weekly, Daniel Person resume bastante bien lo que sucede en Seattle, llamándola “La ciudad sabía que un reporte negativo sobre su Salario Mínimo estaba llegando, así que llamó a Berkeley”, aquí hay una parte:

Dos semanas. Dos estudios sobre el salario mínimo. Dos resultados muy diferentes. La semana pasada, un reporte de la Universidad de California — Berkeley indicó que “la ordenanza de Seattle para aumentar el salario mínimo ha aumentado los sueldos de trabajadores poco calificados, sin afectar negativamente su empleo”, de acuerdo con las palabras del alcalde de dicha ciudad. Ese reporte, producido por el Centro de Dinámicas sobre Salario y Empleo de la Universidad de Berkeley, fue escogido indiscriminadamente como prueba que los escenarios apocalípticos predichos por quienes se mostraban escépticos al plan estaban comenzando a materializarse.

Y aunque el otro estudio que fue publicado el día lunes por investigadores de la Universidad de Washington (UW) tampoco revelaban exactamente signos de catástrofe, no era especialmente prometedor. El título del diario Seattle Times mostraba en su portada que “El estudio de la Universidad de Washington había encontrado que el aumento del salario mínimo en Seattle estaba causando  pérdidas de empleos”. Dicho estudio declaraba que, aunque los sueldos para trabajadores con bajas pagas habían aumentado en un 3% desde que la ley entró en vigencia, la cantidad de horas de trabajo en esas labores cayó en un 9%. La ganancia del obrero promedio de menos de $19 por hora en Seattle ha significado una pérdida total de $125 al mes desde que se implementó esta ley. 

Hay una vieja broma que dice que la economía es la única disciplina donde dos personas pueden ganar el Premio Nobel por decir exactamente lo contrario al otro. Sin embargo, más allá de las apariencias, estos dos estudios sobre el histórico aumento de salario mínimo en Seattle no son un síntoma de los caprichos de una ciencia social, pero una lección sobre cuán rápido los datos pueden convertirse en armas de debates políticos como el de la lucha por un salario mínimo en Seattle. En resumen, el alcalde sabía que el poco halagador reporte de la Universidad de Washington iba a ser publicado y llegaría a otros investigadores que seguirían pasando la voz acerca de lo que amenazaba con ser un reporte potencialmente dañino para una de las victorias principales de la administración del alcalde Ed Murray.

Y aquí están los puntos claves acerca de lo que destapó el artículo de Person:

Al revisar, estos hechos parecen haberse desarrollado de la siguiente manera: la Universidad de Washington comparte con la alcaldía un primer borrador del estudio donde mostraba como la ley de salario mínimo estaba lesionando la actividad laboral de los trabajadores a quienes estaba dirigida; la alcaldía comparte ese estudio con investigadores reconocidos por favorecer las legislaciones sobre salarios mínimos, buscando retroalimentación; estos investigadores publican un reporte sobre la ley de salario mínimo de Seattle exactamente una semana antes de la publicación del reporte negativo.

En otras palabras, si no te agrada un estudio poco halagador de un equipo de investigadores de la universidad local, que expone de manera precisa algunos de los efectos negativos del salario mínimo de $15 impuesto por la alcaldía de Seattle, buscas opciones — fuera del estado de Washington en este caso — que sean más favorables en sus conclusiones sobre este concreto, questionable y peligroso experimento de política pública salarial.

¿Y qué fue lo que no le gustó al alcalde de Seattle sobre el estudio publicado por la Universidad de Washington? Eso se encuentra fácilmente al revisar algunos de los descubrimientos claves del reporte de 63 páginas, titulado “Incremento del Salario Mínimo, Sueldos, y Empleos Poco Remunerados: Evidencia desde Seattle”, escrito por Ekaterina Jardim, Mark C. Long, Robert Plotnick, Emma van Inwegen, Jacob Vigdor y Hilary Wething (todos ellos son profesores en la Escuela de Políticas Públicas y Gobernanza, Daniel J. Evans School, en la Universidad de Washington). Los extractos seleccionados acá ayudan a contar la historia que la ciudad de Seattle no quiere que sepas:

Abstracto:

Este estudio evalúa los efectos de las variaciones en el salario, empleo, y horas en la primera y segunda fase de implementación de la Ordenanza de Salario Mínimo de Seattle, que aumentó el salario mínimo de $9.47 a $11 por hora en 2015 y a $13 por hora en 2016. Usando una variedad de métodos para analizar el empleo en todos los sectores que pagan menos que un monto específico real por hora, concluimos que el segundo aumento salarial a $13 redujo la cantidad de horas trabajadas en empleos con salarios bajos en apróximadamente 9%, mientras que los sueldos por hora en esos empleos aumentó apenas en aproximadamente 3%. Consecuente, la paga total disminuyó para esos trabajos, lo que implica que la ordenanza de salario mínimo redujo las ganancias de los empleados de bajo ingreso en un promedio de $125 por mes en 2016.

Conclusión:

Nuestras estimaciones de preferencia sugieren que la Ordenanza de Salario Mínimo de Seattle causó que la cantidad de horas trabajadas por obreros poco calificados (es decir, aquellos que ganan por debajo de $19 por hora) disminuyeran un 9.4% durante los tres trimestres en los que el salario mínimo era de $13 por hora, resultando en pérdidas de 3.5 millones de horas trabajadas por trimestre. Estimaciones alternas muestran que el número de trabajos poco remunerados se redujo en un 6.8%, lo que representa una pérdida de más de 5,000 puestos de trabajo. Estas estimaciones miden los efectos de sueldos inferiores a $19. El incremento del 3.1% en el salario de trabajos que pagan menos de $19 se conjugó con una pérdida del 9.4% en la cantidad de horas, e indica una elasticidad de la demanda de trabajo de más o menos -3.0, dato muy superior a las variaciones de otros factores de producción.

Estos resultados sugieren que se debe transformar de manera absoluta la naturaleza del trabajo poco asalariado. Las estimaciones anteriores sobre la elasticidad en el rango de cero a -0.2 implican que existen poco sustitutos adecuados de obreros con salarios bajos, que las empresas que lidian con aumentos en gastos laborales no tienen más opciones que aumentar sus costos salariales. Los datos de Seattle demuestran que las desembolsos de pago hacia trabajadores que ganan $19 por hora o bien aumentaron mínimamente o por el contrario, disminuyeron de manera que el salario mínimo pudiera ajustarse de $9.47 a $13 en solamente 9 meses. La elasticidad de -3.0 sugiere que los trabajos mal pagados son un factor de producción más consumible y con más opciones para sustituir. La labor de los trabajadores que menos ganan puede ser igualmente realizada, y más eficientemente por empleados más calificados y con más experiencia, ganando apenas un sueldo en apariencias mayor. Estos ajustes, que funcionan bajo algunas circunstancias, suelen ser automáticos. Sin embargo, lo usual es que los empleadores simplemente decidan que el trabajo de los empleados menos asalariados no se requieran en lo absoluto.

Ciertamente, las ganancias perdidas relacionadas con las horas de trabajo reducidas supera el aumento salarial impuesto del 3.1%. Usando los datos de la Tabla 3, se puede calcular que en promedio, los empleados con salarios bajos eran pagados $1,897 al mes. La reducción en el horario costaría al empleado promedio $179 mensualmente, mientras que el aumento salarial solo representaría una recuperación de $54 de esa pérdida, dejando una pérdida total de $125 mensual  (el 6.6%), lo que es bastante amplia para un empleado con salario mínimo.

Pero había una cosa que el estudio de la Universidad de Washington no consideró, porque es muy pronto aún: el incremento adicional de $2 por hora al salario mínimo de la ciudad que entró en vigor en enero de este año, aumentando de $13 a $15 por hora para los grandes empleadores. Una vez que estos empleadores locales sientan completamente el efecto del incremento del 58% en los costos laborales por sus trabajadores con sueldos básicos, es decir, de $9.47 a $15 por hora en menos de dos años, es muy probable que los efectos negativos en el empleo analizados en el estudio de la Universidad de Washington en el año 2016 continúen ahora, e incluso, crezcan en un futuro próximo.

Ahora algunos comentarios adicionales sobre este asunto del salario mínimo en Seattle:

  1. El Consejo Editorial del Seattle Times advierte que “Seattle debería abrirse más y tomar en cuenta las investigaciones sobre el salario mínimo y su impacto”.

El alcalde indicó que tenía algunas dudas sobre la “metodología” del estudio publicado. Pero la estrategia adoptada queda muy clara: aplaudir las investigaciones que beneficien y se adhieran a su agenda política, y rechazar toda investigación que no lo haga.

La experimentación política en el asunto del salario mínimo, que abarca todo el país, requiere investigaciones de calidad, pero investigaciones independientes, para analizar sus efectos sin sesgos partidistas o ideológicos. Seattle dió el primer paso en ese aspecto, aprobando el mayor salario mínimo en todo el país. Pero, ¿quería la alcaldía saber sobre sus consecuencias, o solo buscaba hacerse de la vista gorda y darse una felicitación por el “excelente trabajo para desarrollar la ciudad”?

  1. El columnista de Forbes Tim Worstall escribe que “así como predijo, el aumento del salario mínimo de Seattle’s está reduciendo el empleo”.
  2. Max Ehrenfreund escribe también, en un artículo del Washington Postun ‘muy creíble’ estudio reciente sobre el salario mínimo de $15 de Seattle tiene malas noticias para los progresistas”.
  3. Ben Casselman y Kathryn Casteel demuestran sus dudas en la publicación FiveThirtyEight, diciendo que “el aumento del salario mínimo de Seattle parece haberse al otro extremo”. En un extracto del artículo se indica:

En enero de 2016, el salario mínimo de Seattle saltó de $11 a $13 para los grandes empleadores, el segundo aumentó considerable en menos de un año. Una nueva investigación publicada el día lunes por un grupo de economistas de la Universidad de Washington sugiere que el aumento salarial pudo haber tenido un efecto secundario muy significativo en cuestión de costos laborales: ese incremento llevó a un declive en la cantidad de empleos disponible para trabajadores con bajos salarios, y una caída en la cantidad de horas de trabajo para quienes lograron conservar su empleo. Increíblemente, el impacto negativo de horas de trabajo y empleos perdidos fueron mayores que los beneficios de salarios más altos — en promedio, los trabajadores con salarios básicos ganaron $125 menos cada mes a causa del aumento salarial por hora, un pequeño, pero muy significativo declive.

“El objetivo de esta política pública era dar salarios más altos a gente que tenía dificultades para terminar el mes con efectivo”, dijo Jacob Vigdor, un economista de la Universidad de Washington, coautor del estudio. “Se tienen que tomar todas la precauciones con estas medidas, porque puede que se llegue a un punto donde exista un riesgo muy alto de afectar a la gente que se supone se está ayudando”.

“Este es un momento de riesgo” dijo David Autor, un economista del MIT que no estuvo involucrado con la investigación de la Universidad de Washington. Autor enfatizó que las ciudades caras como Seattle son los sitios que deberían estar en mejor posición para resistir el impacto de un salario mínimo relativamente alto. Entonces, si esta política pública está afectando a los trabajadores aquí — y Autor señaló que el estudio de la Universidad de Washington era solo uno de tantos — podría indicar problemas para el resto de regiones del país, con menores costos laborales, donde estaban implementándose aumentos salariales.

“Nadie en su sano juicio podría decir que aumentar el salario mínimo a $25 por hora no tendría algún efecto en los niveles de empleo” indicó Autor. “La pregunta es en qué punto esto se vuelve relevante. Y aparentemente en Seattle, el punto está cerca de los $13”.

Palabras finales:

Si en sus mejores momentos, los altos costos de vida en Seattle tuvieron problemas para adaptarse al aumento del salario mínimo, el año pasado, sin sufrir los efectos negativos en sus niveles de empleo (como reducción de horas, puestos de trabajo y ganancias para empleados con salarios bajos), será incluso más difícil de lidiar con el aumento de $2 por hora impuesto desde el 1ero de enero, sin una avalancha de consecuencias nefastas. Y si este experimento laboral de Seattle con su salario mínimo de $15 por hora realmente es una señal de riesgo para todas las ciudades en el país que buscan aumentar su salario mínimo a los mismos $15 por hora, esas ciudades deberían considerarlo muy bien, al menos por unos años, antes de sumarse, y analizar el balance de riesgos que corrió Seattle por sus reformas salariales antes de implementar las mismas reformas.

Reimpreso de AEI.