Posesión de ciertas drogas pesadas será despenalizada en Columbia Británica tras récord de muertes por sobredosis

La medida reavivó el debate sobre la guerra contra las drogas en Canadá.

El gobierno canadiense anunció la semana pasada que eximirá a la provincia de Columbia Británica de ciertas leyes federales contra las drogas. En concreto, se despenalizará en la provincia la posesión de menos de 2.5 gramos acumulados de opioides, cocaína, metanfetamina o MDMA.

La medida llega tras el dramático aumento de las muertes por sobredosis en la provincia. Se calcula que en 2021 murieron en Columbia 2.224 personas por sobredosis de drogas ilícitas. Fue el año más mortífero registrado y supuso un aumento del 26% con respecto a las 1.765 muertes de 2020.

Los defensores de la medida dicen que se trata de un paso importante para tratar la adicción como un problema de salud y no como un problema penal. En particular, esperan que esta exención anime a más personas a buscar ayuda.

"El miedo a ser criminalizado ha llevado a muchas personas a ocultar su adicción y a consumir drogas de manera solitaria", dijo Sheila Malcolmson, ministra de Salud Mental y Adicciones de British Columbia. "Y consumir drogas solo puede significar morir solo, sobre todo en este clima de aumentos trágicos en la toxicidad de las drogas ilícitas".

Aunque esto parezca ser un paso en la dirección correcta para el gobierno federal, la pregunta obvia que ahora se cierne sobre ellos es "¿por qué sólo en Columbia Británica?". Después de todo, si una medida como ésta es una buena idea para combatir las sobredosis de drogas en una provincia, seguramente también lo es para el resto de Canadá.

El líder del NDP, Jagmeet Singh, hizo este mismo comentario en el parlamento el día después del anuncio.

"Los expertos coinciden en que un enfoque penal no salvará vidas y necesitamos una perspectiva basada en la asistencia sanitaria", dijo Singh. "Ahora el Primer Ministro aceptó adoptar un enfoque basado en la atención sanitaria despenalizando la posesión personal en Columbia Británica. Pero si ese enfoque es bueno en British Columbia, ¿por qué el Primer Ministro no apoya nuestro proyecto de ley para aplicar un enfoque sanitario en el resto de Canadá, para salvar vidas en todo nuestro país?"

Hablando como un verdadero político, Trudeau respondió diciendo que "no es una solución simple como la que propone el NDP, es una solución compleja".

Para traducirlo para los que no hablan politología, lo que Trudeau está diciendo es que todavía no es políticamente conveniente despenalizar estas drogas en el resto del país. La Columbia Británica puede salirse con la suya porque está en la "costa izquierda", un verdadero bastión del progresismo que es básicamente el equivalente canadiense a California (y Portland y Seattle... ya te puedes dar una idea). Pero en este momento, la voluntad política no existe todavía en provincias como Ontario y Quebec. Quizá la haya algún día y en ese momento puedes estar seguro de que Trudeau describirá la despenalización como una solución sencilla y evidente.

Basta con decir que esta medida ha reavivado el debate moral que subyace a la Guerra contra las Drogas. Los conservadores sociales sostienen que incluso la posesión de drogas pesadas como éstas debería ser prohibidas, porque el consumo de drogas es inmoral en su opinión y porque a menudo tiene efectos nocivos para los demás.

Los liberales sociales, en cambio, afirman la libertad de elección individual. Sostienen que encerrar a los consumidores de drogas no violentos es lo verdaderamente inmoral, y que criminalizar las drogas pesadas causa daños porque desanima a los consumidores de drogas a buscar ayuda.

Aunque personalmente soy un liberal social acérrimo, me parece que la gente de "nuestro bando" en este debate no siempre presentan los mejores argumentos porque no entienden bien los principios que subyacen a la posición social liberal.

Afortunadamente, el individualista y ensayista estadounidense Lysander Spooner (1808-1887) escribió un gran artículo en 1875 que nos proporciona un arsenal de argumentos convincentes y de principios a los que recurrir.

El ensayo de Spooner, titulado Los vicios no son delitos, desafía al lector a volver a sus primeros principios y reexaminar la propia definición de delito. Normalmente, pensamos que un "crimen" es cualquier cosa que el gobierno prohíba. Pero para Spooner, un "crimen" es más bien una categoría filosófica, con una definición estricta e inmutable.

"Los vicios son aquellos actos por los que un hombre se daña a sí mismo o a su propiedad", escribe Spooner. "Los crímenes son aquellos actos por los que un hombre daña la persona o la propiedad de otro. Los vicios son simplemente los errores que un hombre comete en la búsqueda de su propia felicidad. A diferencia de los crímenes, no implican malicia hacia otros, ni interferencia con sus personas o propiedades. En los vicios falta la esencia misma del delito, es decir, el propósito de dañar la persona o la propiedad de otro".

Basándose en estas definiciones de categoría, Spooner sostiene que "para un gobierno declarar que un vicio es un crimen, y castigarlo como tal, es un intento de falsificar la propia naturaleza de las cosas". De hecho, como señala más adelante en el ensayo, el castigo de los vicios es en sí mismo un "crimen" en este sentido, porque es una interferencia violenta con la persona o la propiedad de otra persona.

Ahora bien, una respuesta típica de los conservadores sociales es señalar que vicios como el consumo de drogas causan, de hecho, daños a los demás. Los consumidores drogados, sin duda, afectan al bienestar de los que les rodean, por no mencionar la carga financiera que imponen a las redes de seguridad social.

Es un punto justo, pero confunde dos sentidos de la palabra "daño". A lo que Spooner se refiere es a las violaciones de los derechos de propiedad. Por supuesto, las personas que practican vicios pueden seguir causando daño en el sentido de que tienen efectos negativos en los que les rodean. Pero eso no es lo mismo que interferir físicamente en la persona o la propiedad de otra persona, que, en opinión de Spooner, es el único tipo de comportamiento que puede prohibirse legítimamente.

Pero tal vez deberíamos restringir el consumo de drogas debido a estos daños sociales, aunque no sean técnicamente actos agresivos. Es una propuesta tentadora, pero invita a plantear una pregunta bastante incómoda. Si el "daño social" es suficiente para justificar la prohibición, ¿dónde debe trazarse el límite? El consumo de alcohol genera un gran daño social. ¿Debería prohibirse también? ¿Y qué pasa con todos los demás vicios? Si somos sinceros, todos los vicios conllevan un cierto daño social, incluso si el vicio es simplemente tener una mala dieta.

Spooner nos muestra a dónde conduce esta línea de pensamiento.

"Si el gobierno debe tomar conocimiento de cualquiera de estos vicios y castigarlos como delitos, entonces, para ser coherente, debe tomar conocimiento de todos y castigar a todos imparcialmente. La consecuencia sería que todos estarían en la cárcel por sus vicios. No quedaría nadie fuera para cerrar las puertas a los de dentro".

"Un gobierno que castigue todos los vicios imparcialmente es una imposibilidad tan evidente que nunca se encontró, ni se encontrará, a nadie tan tonto como para proponerlo. Lo máximo que alguien propone es que el gobierno castigue a alguno, o a lo sumo unos pocos, de los que considera más graves. Pero esta discriminación es totalmente absurda, ilógica y tiránica. ¿Qué derecho tiene un grupo de hombres a decir: "Castigaremos los vicios de otros hombres, pero nuestros propios vicios nadie los castigará. Impediremos a otros hombres que busquen su propia felicidad de acuerdo con sus propias nociones de ella; pero nadie nos impedirá buscar nuestra propia felicidad de acuerdo con nuestras propias nociones de ella. Y, sin embargo, evidentemente, sólo sobre la base de tales suposiciones se puede reclamar el derecho a castigar los vicios de los demás y, al mismo tiempo, reclamar la exención de castigo por los propios".

En el fondo, el liberalismo social consiste en reconocer que ninguno de nosotros es perfecto. Todos tenemos nuestros vicios y todos perjudicamos a los que nos rodean a causa de ellos. A la luz de esto, simplemente no es correcto castigar a otros por sus vicios mientras mantenemos que los nuestros deben quedar impunes.

Como dijo Jesús, "el que esté libre de pecado que tire la primera piedra".

Este artículo es una adaptación de una versión distribuida por el boletín electrónico FEE Daily. Haz clic aquí para suscribirte y recibir noticias y análisis de libre mercado en tu bandeja de entrada todos los días de la semana.