¿Qué está pasando con nuestras cadenas de suministro? Parecen estar muy oxidadas, si no totalmente rotas. Hay numerosos barcos en varios puertos de California esperando pacientemente a ser descargados. Estamos hablando de miles, tal vez decenas de miles, de gigantescos contenedores del tamaño de un vagón de ferrocarril, todos simplemente sentados allí; bueno, flotando allí. Mientras tanto, los estantes de nuestros supermercados están a veces hasta medio vacíos. Los supermercados se quedan a menudo sin los productos alimenticios y otras cosas que solíamos dar por sentado.
Hace un tiempo se produjo una situación similar. Los supermercados de Alemania Occidental estaban repletos de productos. ¿En Alemania del Este? Para nada. Los funcionarios comunistas que visitaron Alemania Occidental (había dos Alemanias después de la Segunda Guerra Mundial) se quejaron de que sólo algunas tiendas de comestibles de Alemania Oriental estaban tan llenas como las de Alemania Occidental. Suponían que las potencias occidentales les mostraban selectivamente las mejores tiendas de comestibles sólo para demostrar (falsamente) los supuestos beneficios del capitalismo. Los apparatchiks orientales sabían, sólo sabían, que la mayoría de las otras grandes tiendas de Occidente tenían enormes estantes acumulando polvo, al igual que las tiendas de comestibles del Este.
Esta táctica no era nueva. En la época medieval, cuando una ciudad estaba sitiada, sin comida, quienes la defendían aún se atiborraban a algunos cuantos; se mantenían gordos para mostrarle al ejército circundante que sus tácticas habían fracasado. Los capitalistas de Alemania Occidental fueron acusados por los comunistas de Alemania Oriental de un comportamiento análogo al "acaparamiento".
Por supuesto, los comunistas estaban equivocados. Los alemanes occidentales, al igual que los participantes en todos los demás países en los que la libre empresa no estaba totalmente asfixiada, tenían las estanterías llenas en todas partes. Las consideraciones de pérdidas y ganancias lo garantizaban. No se trataba de una estratagema especial para poner en evidencia a los comunistas, sino que era algo que ocurría cotidianamente.
El problema de Alemania Occidental y de todas las demás naciones de este tipo, en opinión de algunos, era que tenía demasiados productos, demasiadas opciones. Por ejemplo, el senador Bernie Sanders se queja continuamente de que hay demasiadas marcas de cereales para el desayuno, pasta de dientes y desodorantes. Tal vez Bernie sería más feliz en países como Venezuela, hoy en día, donde el "problema" de productos en exceso no existe. Ciertamente, ese problema no le habría afectado si hubiese vivido en la Alemania del Este después de la Segunda Guerra Mundial. (Ahora que lo pienso, sí pasó su "luna de miel" en la URSS).
Hasta el gobierno de Biden, todos nuestros grandes almacenes, y también los pequeños, estaban a rebosar. Parece que ahora nos dirigimos en la dirección marcada por la economía de Alemania Oriental, no hacia el statu quo anterior.
Olvidemos por un momento los problemas de la cadena de suministro. Son inusuales. ¿Por qué, normalmente, no se producen, al menos en países con algo más que vestigios de instituciones de libre empresa? Es sencillo: los precios del mercado libre, el sistema de pérdidas y ganancias, los derechos de propiedad privada.
Consideremos esta cadena de suministro simplificada. 1. El agricultor cultiva trigo. Se envía al 2. panadero comercial. Esta empresa combina la materia de este cultivo con la levadura, la sal, la leche y otros ingredientes del pan. Este producto aparece después en el 3. supermercado. Inicialmente, los beneficios obtenidos por los tres son iguales al 5%. Por lo tanto, no hay tendencia a que los recursos se desplacen a ninguna parte; todo se mantiene en su sitio: estamos en equilibrio.
Pero supongamos que surge algo que perturba este escenario idílico. Supongamos que algunos de los hornos del panadero se estropean por sobrecalentamiento. Sólo puede utilizar la mitad de insumos que usaba antes y, por tanto, ahora envía, digamos, la mitad de panes. El precio del trigo baja, ya que le compra menos al agricultor. El precio del pan sube, ya que ahora suministra menos al minorista. Las ganancias de la panadería aumentan por ambos motivos.
Pero las ganancias bajo la libre empresa son como los llamados de un excursionista perdido en el bosque. Con las elevadas ganancias de la panadería, otros panaderos amplían sus operaciones. Hacen turnos extra y son guiados por la "Mano Invisible" de Adam Smith (él pensaba que era la mano de Dios) para hacer algo por su propio interés egoísta, ganar más dividendos, los que casualmente también son beneficiosos para el bien público. (Ronald Reagan, bendito sea, llamó a esto la "magia del mercado").
Como resultado de este tira y afloja del libre mercado, ahora se les compra más trigo a los agricultores, lo que aumenta sus precios y reducen las ganancias del panadero. Además, ahora hay más pan enviado al consumidor, lo que reduce los precios y, por tanto, las ganancias de la panadería. Volvemos a la normalidad. (Tarea: repasar qué pasaría si los agricultores perdieran la mitad de su cosecha por una helada; mostrar qué fuerzas del mercado nos devolverían a la normalidad; oye, soy profesor, tengo que dar deberes, o me echarán de la profesión)
Entonces, ¿por qué nos está fallando este sistema automático de pérdidas y ganancias?
En gran parte debido a las medidas de la administración Biden, ya no tenemos un sistema capitalista de laissez faire como el que prevalecía antes. Las ganancias que una vez atrajeron a los empresarios se han visto impedidas por obstáculos fiscales y normativas, y las políticas equivocadas del presidente han contribuido a crear una escasez histórica en la mano de obra, dejando a muchos trabajadores productivos marginalizados. Por muchos meses, el Sr. Biden le pagó a la gente tanto o más por sentarse en sus sofás que lo que podrían haber ganado trabajando, por lo que no es de extrañarse que muy poca gente se este yendo a los sectores del transporte por carretera, o de la panadería y la agricultura en el ejemplo hipotético.
Además, los esfuerzos del Sr. Trump por reducir las regulaciones han sido superados por la actual Casa Blanca. Por ejemplo, a los camioneros de California se les ha hecho pasar por aros adicionales. (El apoyo de Trump a los confinamientos es otro asunto; sin duda crearon problemas significativos a lo largo de la pandemia).
Afortunadamente, la solución a la crisis de la cadena de suministro no es compleja. Los supermercados de Alemania Occidental estaban repletos de productos porque sus dirigentes permitían un mercado relativamente libre. Sus homólogos al otro lado del Muro de Berlín fracasaron porque creyeron que podían regular eficazmente una economía.
Si Estados Unidos desea evitar el destino de los alemanes del Este, debería abandonar las políticas intervencionistas y reconocer que la prosperidad reside en un sistema capitalista de laissez faire.