Cómo 1.5 onzas de marihuana llevaron a este hombre a una condena de por vida

Allen Russell, de 38 años, pasará el resto de su vida en prisión debido a las duras leyes de reincidencia de Mississippi.

El 11 de mayo, el Tribunal de Apelaciones de Mississippi confirmó la sentencia a cadena perpetua, sin libertad condicional, para Allen Russell, de 38 años, manteniendo su condena del 2019 por posesión de marihuana en una cantidad superior a los 30 gramos (1.05 onzas).

"Al revisar el caso ante nosotros, y de acuerdo con los precedentes, encontramos que la sentencia de Russell como habitual infractor no fue groseramente desproporcionada como él afirma y estaba claramente dentro de los límites estatutarios prescritos", escribieron los jueces de apelación en su decisión.

Aunque Russell nunca ha sido condenado por delitos de violencia corporal, está a punto de pasar el resto de su vida entre las rejas.

Etiquetado retroactivamente como "delincuente violento"

La condena de Russell en 2019 no fue su primer roce con la ley, pero puede ser la que selle su destino.

En el estado de Mississippi, alguien puede ser condenado a cadena perpetua después de cumplir al menos un año de prisión por dos cargos diferentes de delito grave, uno de los cuales se considera "violento". Antes de su detención por posesión de marihuana, Russell había sido condenado en dos ocasiones por dos delitos no violentos.

Los antecedentes penales de Russell muestran que fue condenado por dos robos a viviendas en el 2004. Esos dos robos tuvieron lugar con 48 horas de diferencia y se produjeron en la misma residencia, según los documentos judiciales, que recoge Associated Press. Aunque no se demostró que ninguno de los dos delitos fuesen violentos, después de que Russell cumpliera ocho años de prisión por esos delitos, la ley de Mississippi cambió en 2014 para categorizar todos los robos como delitos violentos. 

Las condenas anteriores de Russell no eran de naturaleza violenta, al menos no según la definición común de la palabra. Cumplió ocho años por entrar en una residencia dos veces en un plazo de 48 horas. Pero los estados a menudo juegan con la definición de "violencia" para asignar penas más duras a delitos menores. Eso es exactamente lo que hizo Mississippi en 2014, catalogando todos los robos como delitos violentos, independientemente de si la propiedad estaba ocupada en el momento del delito.

Tras ser etiquetado retroactivamente como delincuente violento, en 2015 Russell fue condenado por posesión ilegal de un arma de fuego. En Estados Unidos, las personas que cometen delitos graves son despojadas permanentemente de sus derechos a la Segunda Enmienda -incluso después de haber cumplido su condena-.

Por último, Russell fue detenido en noviembre de 2017 por poseer marihuana en una cantidad de entre 30 y 250 gramos, es decir, entre 1.05 y 8.8 onzas. Un laboratorio confirmó que las bolsas con una sustancia vegetal encontradas en posesión de Russell contenían 1.55 onzas de marihuana. En Mississippi, esto puede conllevar una condena máxima de tres años. Sin embargo, debido a la ley de delincuencia habitual del estado, similar a las leyes de "tres strikes" de otros estados, la sentencia de Russell se incrementó drásticamente hasta la cadena perpetua sin posibilidad de libertad condicional o libertad vigilada. Y ahora este castigo extremo ha sido confirmado por un tribunal de apelación.

Los vicios no son delitos

En un país en el que la marihuana se vende y consume legalmente en varios estados, una sentencia de cadena perpetua por posesión de marihuana es absurda, incluso cuando se suma a los cargos anteriores de Russell la posesión de armas de fuego (también un delito sin víctimas) y el robo. A pesar de que la Octava Enmienda de la Constitución prohíbe los castigos crueles e inusuales, la ley de delincuencia habitual de Mississippi es capaz de eludirla para los reincidentes, aunque nunca le hayan puesto un dedo sobre otra persona usando la violencia, debido al nuevo tecnicismo de que todos los robos se consideran de naturaleza violenta.

Muchos expertos y analistas coinciden en que la forma más eficaz de justicia penal es la que hace hincapié en la reforma y la restitución, no en el castigo. Se ha demostrado que la justicia restaurativa reduce la reincidencia más que la justicia punitiva.

Como escribió Clark Neily, de libertarianism.org, "Para ser legítimo... un sistema de justicia penal debe castigar sólo a las personas que realmente merecen un castigo, y debe hacerlo de forma proporcional a la magnitud de su fechoría".

Los delitos sin víctimas -delitos que no violan los derechos de otros, como las condenas por marihuana y armas de Russell- no justifican en lo absoluto una respuesta de la justicia penal. Y el encarcelamiento de por vida, sin esperanza de indulto o libertad condicional, es sumamente desproporcionado incluso para el grave delito de robo.

Para poner la desproporción en perspectiva, un estudio de la Oficina de Estadísticas de Justicia muestra que la sentencia promedio para los violadores condenados en Estados Unidos es de 9.8 años, con sólo 5.4 años de tiempo real cumplido. Los delincuentes sexuales legítimamente violentos, que a menudo arruinan la vida de sus víctimas, física y/o mentalmente, cumplen sentencias mucho más leves que Russell.

Incluso quienes creen que el consumo de drogas es un vicio insano e inmoral deberían oponerse a sentencias como la de Russel, basándose en que, como escribió el gran teórico político libertario Lysander Spooner, "los vicios no son delitos":

"Los vicios son aquellos actos por los que un hombre se daña a sí mismo o a su propiedad.

Los delitos son aquellos actos por los que un hombre dañan a la persona o la propiedad de otro.

Los vicios son simplemente los errores que un hombre comete en la búsqueda de su propia felicidad. A diferencia de los delitos, no implican malicia hacia los demás, ni intromisión en sus personas o bienes.

En los vicios falta la esencia misma del delito, es decir, el propósito de dañar la persona o la propiedad de otro.

Es una máxima de la ley que no puede haber delito sin intención criminal; es decir, sin la intención de invadir la persona o la propiedad de otro. Pero nadie practica un vicio con tal intención criminal. Practica su vicio únicamente por su propia felicidad, y no por ninguna malicia hacia los demás".

Que el consumo de marihuana sea un vicio o no, no importa desde la perspectiva de la justicia penal. Los vicios no violentos justifican soluciones no violentas y no gubernamentales (como el tratamiento, la educación o las consecuencias naturales del vicio), no es necesario encerrar a la gente hasta que muera.