Víctimas del COVID-19 en el olvido: 7 grupos castigados por los confinamientos

El rastro de la destrucción producto de la pandemia va mucho más allá del número de muertos por el virus.

El COVID-19 es la pandemia mundial más mortífera desde el brote de gripe de 1918 y ha cobrado más de 5 millones de vidas en todo el mundo y este número sigue en aumento. Más de 700.000 de estas muertes se produjeron en Estados Unidos, lo que es comparable al número de vidas perdidas en la Guerra Civil estadounidense.

Sin embargo, el rastro de destrucción de la pandemia va más allá de este número de muertos. Millones de estadounidenses han sufrido como resultado de los cierres y otros esfuerzos de mitigación. He aquí algunas categorías de víctimas olvidadas, cuyas historias también deben ser escuchadas.

1. Sin tratamientos

Los CDC descubrieron que para el 30 de junio de 2020, más del 40% de los adultos estadounidenses habían evitado la atención médica debido a la preocupación por el COVID-19. En otros casos, las personas que buscaron atención médica vieron pospuestos sus tratamientos. Retrasos en el tratamiento hace que las afecciones conocidas empeoren y evita que se descubran nuevas afecciones. El Washington Post informa de que en la primavera del 2021 salió a la luz una oleada de enfermedades avanzadas, muchas de las cuales se desarrollaron debido a la falta de atención en 2020. Las revisiones y tratamientos del cáncer, por ejemplo, disminuyeron drásticamente durante la pandemia. Un estudio publicado en JCO Clinical Care Informatics descubrió que "las revisiones de los cánceres de seno, colon, próstata y pulmón fueron menores en un 85%, 75%, 74% y 56%, respectivamente" en abril de 2020. Los autores del estudio concluyen que estos retrasos en el tratamiento pueden "aumentar la morbilidad y la mortalidad por cáncer en los próximos años".

2. Los consumidores de sustancias

También hubo más de 93.000 muertes por sobredosis de drogas en 2020, según los datos de los CDC, un asombroso aumento del 29.4% con respecto a 2019. Addiction Center explica que "[l]a adicción, a menudo conocida como la enfermedad del aislamiento, se ha visto afectada por las estrictas pautas de distanciamiento social, el trabajo desde casa y otros factores". El abuso del alcohol también aumentó considerablemente en 2020. Un estudio de la RAND Corporation descubrió que la frecuencia del consumo excesivo de alcohol entre las mujeres aumentó un 41% durante la pandemia. Otros investigadores encontraron que los participantes que reportaron altos grados de estrés debido al COVID-19 consumieron "significativamente más alcohol que los participantes que no reportaron estos altos niveles de estrés".

3. Los deprimidos

La depresión entre los adultos estadounidenses se triplicó durante la pandemia, según un estudio, disparándose del 8.5% al 27.8% de los encuestados. Los datos de la Oficina del Censo indican igualmente una crisis de salud mental que se dispara, ya que el 41.1% de los adultos declararon tener síntomas de trastorno de ansiedad o trastorno depresivo en enero de 2021, en comparación con el 11.0% antes de la pandemia. Estas cifras sugieren que decenas de millones de estadounidenses adquirieron depresión durante el brote de COVID-19 y probablemente como resultado de los cierres posteriores. Según un estudio de los CDC, más del 26% de los adultos declararon tener un trastorno relacionado con el trauma y el estrés atribuible a la pandemia. La misma encuesta encontró que más de una cuarta parte de las personas de 18 a 24 años habían considerado seriamente el suicidio en junio de 2020.

4. Los maltratados

La violencia doméstica está siendo calificada como una "pandemia dentro de la pandemia COVID-19", con una revisión sistemática de estudios que concluye que "los incidentes de violencia doméstica aumentaron en respuesta a las órdenes de permanencia en el hogar/encerramiento". Un estudio explica que "las órdenes de permanencia en el hogar pueden crear el peor escenario para los individuos que sufren de VD (violencia doméstica)" ya que el aislamiento "puede exponer o empeorar las vulnerabilidades debido a la falta de sistemas de apoyo social establecidos".

5. Los desempleados

Más de 20 millones de estadounidenses perdieron sus trabajos durante los primeros meses de la pandemia de COVID-19, lo que elevó la tasa de desempleo al 14.7%, la más alta desde la Gran Depresión. El desempleo está disminuyendo constantemente ahora, pero casi 200.000 empresas cerraron permanentemente debido a la pandemia, según una estimado de la Junta de la Reserva Federal y muchos estadounidenses despedidos siguen sin trabajo.

6. Los ancianos aislados

Muchos residentes de ancianatos también fueron separados de sus cónyuges, familias e incluso de sus compañeros de residencia durante más de un año. El aislamiento extremo condujo a la degradación mental y física, que la Associated Press estima que hubo más de 40.000 "muertes por negligencia" entre marzo y noviembre del 2020.

7. Los que se quedaron sin clases

Cuando las escuelas cerraron, la educación en línea no pudo reemplazar adecuadamente el aprendizaje en persona. La investigación de NWEA descubrió que los estudiantes en el año escolar 2020-21 se atrasaron entre 8 y 12 puntos porcentuales en matemáticas y entre 3 y 6 puntos en lectura, en comparación con las tendencias históricas. Concluyeron, además, que "los estudiantes indios americanos y nativos de Alaska (AIAN), negros y latinos, así como los estudiantes de las escuelas de mayor pobreza se vieron desproporcionadamente afectados". Más allá de la reducción del aprendizaje, otro estudio descubrió que el cierre de escuelas "contribuye al estrés de padres e hijos" y puede "amenazar el crecimiento y el desarrollo de los niños".

Las formas en que la sociedad ha sufrido la pandemia siguen y siguen. Por nombrar sólo algunas más:

  • El uso de mascarillas ha aislado aún más a millones de estadounidenses sordos o con problemas de audición que dependen de la lectura de labios para comunicarse.
  • Muchos refugios para las personas sin hogar redujeron su capacidad, mientras que otras organizaciones benéficas que sirven a los indigentes cerraron sus puertas. Como resultado, más personas durmieron en la calle y la muerte de personas sin hogar aumentó significativamente.
  • El uso de dispositivos electrónicos aumentó drásticamente durante la pandemia, causando diversos problemas de salud, como trastornos del sueño y problemas de visión.
  • Muchas prisiones suspendieron todas las visitas, lo que hizo aún más difícil la vida de una población vulnerable, a menudo ignorada.

Algunos de estos costos eran evitables; otros pueden no haberlo sido. Algunos son problemas a corto plazo; otros tendrán efectos duraderos. Muchos de ellos fueron consecuencia de los cierres, las restricciones y los mensajes que inducen al miedo, lo que ilustra cómo la forma en que respondemos a los brotes puede causar problemas adicionales.

Los seres humanos no son meros cuerpos sujetos a infecciones virales, sino seres sociales y espirituales, dependientes de formas de vida establecidas y vulnerables al miedo y al aislamiento. La cultura y la sociedad evolucionaron para satisfacer las numerosas necesidades físicas, emocionales y espirituales de la población y los grandes cambios en esta forma de vida provocan efectos imprevistos en todo el ecosistema. Los últimos veinte meses lo han demostrado más que nunca.

A medida que el virus sigue extendiéndose por el mundo, debemos hacer lo que podamos para proteger a la población de todos los peligros actuales, incluso los riesgos sanitarios inmediatos del COVID-19 y el mayor número posible de problemas recopilados anteriormente.

Que nuestros ojos reconozcan a todas las víctimas de esta pandemia, que nuestros corazones se rompan por ellas, que nuestras mentes aprendan de sus historias y, lo más importante, que nuestras acciones eviten futuros desastres de esta magnitud.