Reglas de combate intelectual

Pautas para navegar en la batalla de las ideas.

¿Alguna vez has tenido un debate que parecía que no iba a ninguna parte? Es un problema común, especialmente para los que tendemos a ser más obstinados. La buena noticia es que hay cosas que podemos hacer para evitar este problema.

Hace poco me di cuenta de que suele haber ciertos contextos en los que los debates acaban previsiblemente en frustración. A veces se debe a que la persona con la que estás hablando simplemente no es la persona adecuada para mantener esta conversación. A veces el tema simplemente no se presta bien a los debates, o no es el lugar o el momento adecuados. Del mismo modo, la motivación de los participantes y su enfoque también pueden ser señales de alarma. En resumen, si se piensa bien en el Quién, Qué, Cuándo, Dónde, Por qué y Cómo de la discusión, a menudo se puede saber de antemano qué conversaciones serán fructíferas y cuáles serán una pérdida de tiempo.

Tras una serie reciente de conversaciones frustrantes, me di cuenta de que sería útil sintetizar estas ideas en unas reglas básicas de participación en discusiones intelectuales. No son reglas rígidas, por supuesto. Son más bien directrices, cosas en las que pensar antes de entablar una batalla intelectual con alguien. En lugar de disparar opiniones siempre que puedo, quiero ser más juicioso sobre cuándo y cómo entablar un combate intelectual.

El ejército tiene reglas de combate por una razón. Nos ayudan a evitar situaciones caóticas y perjudiciales, y también crean una estrategia para el éxito. Creo que las reglas de combate pueden hacer lo mismo en la batalla de las ideas. He aquí cinco reglas de combate intelectuales para tener en cuenta en el campo de batalla.

Regla 1) No disparar a menos que te disparen

Esta es una de las reglas de combate más básicas en el ejército, y por una buena razón. Iniciar un combate suele ser buscarse problemas. Lo mismo ocurre en el campo de batalla intelectual.

Hay varias maneras de entender esta regla. Un paradigma útil es la distinción entre "conversaciones de empuje" y "conversaciones de atracción" de la que habla Brady Wilson en su libro Jugo: El poder de la conversación. Una conversación de empuje es aquella en la que impones tus ideas a los demás. Esto invita a ponerse a la defensiva y a rebatir, y generalmente conduce a malos resultados. Por el contrario, una conversación de atracción es aquella en la que intentas "atraer" a la otra persona hacia ti. Es un enfoque mucho más suave que intenta comprender de dónde viene la otra persona y luego la invita a considerar una forma ligeramente diferente de ver las cosas. En resumen, no te vayas disparando. En lugar de eso, siente curiosidad por saber cuál es su punto de vista e intenta crear una situación en la que te pregunten sobre el tuyo por auténtica curiosidad y apertura. En otras palabras, deja que disparen primero.

En Los siete hábitos de la gente altamente efectiva, Stephen Covey esboza otra forma de pensar sobre esta regla, que es "Busca primero entender, luego ser entendido". Si das a la otra persona la oportunidad de sentirse escuchada primero, estará mucho más dispuesta a oír lo que tienes que decir.

La clave es la moderación. Mucha gente, sobre todo los que tienen una opinión muy formada, puede tener el “gatillo fácil” cuando se trata de debatir ideas. Cada convención social, cada mesa, cada publicación en las redes sociales se ve como una oportunidad para una provocación. No seas esa persona. No busques pelea allá donde vayas. Si eres reflexivo y estás bien informado, la gente acudirá a ti con preguntas cuando estén preparados.

Cuando se trata de la creación de contenidos, por supuesto que iniciarás conversaciones. Pero incluso en este caso, las únicas personas con las que hablas son las que han elegido voluntariamente consumir tus contenidos. No está mal iniciar una conversación sobre ideas. Lo que es desaconsejable es empujar esa conversación a alguien que no está interesado en tenerla. La cuestión es que no entables una conversación con alguien a menos que haya mostrado interés en hacerlo.

Regla 2) Lucha en terreno favorable

Hay una gran variedad de terrenos en los que pueden tener lugar las discusiones y los debates. Hay una gran variedad de contextos en persona, están las redes sociales, la radio, la televisión, los podcasts, los vídeos, las conferencias, los artículos y los libros. Algunos de estos terrenos son mucho más propicios para conversaciones edificantes y productivas que otros. La clave está en saber cuál es el mejor terreno y mantener las conversaciones, en la medida de lo posible, en ese terreno favorable.

Personalmente, he descubierto que las redes sociales y las conversaciones en persona son algunos de los peores terrenos. Que las redes sociales son un terreno terrible no hace falta decirlo. Los debates en persona son mejores porque abren herramientas como el lenguaje corporal, el tono de voz y las expresiones faciales, pero puede ser difícil presentar ideas claras y bien formuladas sobre el terreno, y también suele haber muchas interrupciones y desvíos.

Los debates por radio y televisión se enfrentan a problemas similares. Si se cuenta con las personas y el tema adecuados, es posible entablar una buena conversación, pero el afán por las frases cortas y la realidad de los límites de tiempo hacen que sea difícil llegar muy lejos.

Los podcasts suelen ser mejores, sobre todo si son de larga duración. Los vídeos y las conferencias también ofrecen la oportunidad de exponer los argumentos sin interrupciones.

Pero, en mi opinión, el mejor terreno es la palabra escrita, especialmente artículos y libros. Hay una razón por la que los debates académicos tienen lugar en la literatura y no en la televisión nacional. Un artículo no sólo te ofrece un espacio ininterrumpido, sino que te obliga a ser sucinto y a sintetizar tus ideas. A diferencia de los formatos orales, la verborrea excesiva se reduce al mínimo. Hay que ir al grano y exponer las ideas con la mayor claridad posible. En consecuencia, la escritura tiende a ser mucho más desapasionada y precisa. Te permite aclarar tu propio pensamiento, y también permite a los demás exigirte frases concretas y señalar posibles errores en tu razonamiento.

Así que, en la medida de lo posible, intenta comprometerte con las ideas a través del terreno favorable de los artículos y los libros, tanto como aprendiz como promulgador. Si quieres compartir tu punto de vista sobre un tema con un amigo, intenta escribir una entrada en el blog sobre el tema y enviársela en lugar de darle tu opinión sobre la marcha.

Regla 3) No malgastes munición en un muro impenetrable

Hay algunas personas en nuestras vidas que son persuasibles. Puede que aún no estén de acuerdo con nosotros, pero con un buen razonamiento y un poco de tiempo es posible que acaben cambiando de opinión. Hay otros que, si somos honestos con nosotros mismos, probablemente nunca cambien. Son demasiado parciales, cerrados de mente o, para ser sinceros, demasiado aburridos para entenderlo.

Es una realidad difícil de aceptar. No queremos renunciar a la gente. No queremos descartar a nadie como imposible de ganar. Pero a la hora de asignar nuestros recursos, tenemos que ser realistas sobre lo persuasible que es alguien y no gastar demasiada munición verbal disparando a un muro que sencillamente no cede.

Esta es la idea que subyace al dicho "no eches tus perlas a los cerdos". No es que todos los que discrepan de nosotros sean unos cerdos. Ni mucho menos. La cuestión es que no debemos desperdiciar cosas valiosas en personas que no las apreciarán. En este caso, no pierdas demasiado tiempo y energía intentando convencer a personas que, en realidad, no son convincentes.

Regla 4) Centrarse en captar ubicaciones estratégicas

Aunque todas las ubicaciones tienen valor, algunas son más importantes estratégicamente que otras porque pueden aprovecharse para controlar un territorio mucho más amplio. Lo mismo ocurre en la batalla de las ideas. Si centras tus esfuerzos en persuadir a determinados tipos de personas influyentes, tendrás un impacto mucho mayor que si invirtieras por igual en todos.

Algunos ejemplos de lugares estratégicos en la batalla de las ideas serían maestros, pastores, abogados, jueces, profesores, periodistas, políticos, expertos, ejecutivos y escritores. Estos son los tipos de personas que marcan el tono de una cultura. Influir en la gente en general está muy bien, pero los grandes logros se obtienen cuando se puede influir en las personas influyentes.

Otro grupo demográfico de importancia estratégica son los jóvenes. No solo suelen tener una mentalidad más abierta (regla 3), sino que también cuentan entre sus filas con los profesores, pastores y políticos del futuro, por lo que merece la pena dedicarles más tiempo y atención para intentar persuadirlos.

Esto no quiere decir que no haya que intentar llegar a los demás. (Los militares también tratan de captar lugares no estratégicos.) Esto es sólo para decir que cuando se te da la opción, en igualdad de condiciones, gastes tu tiempo tratando de persuadir a las personas cuyo cambio de paradigma haría una mayor diferencia.

Y si no tienes muchas personas estratégicas en tu vida, una buena forma de llegar a ellas es a través de contenidos escalables como vídeos y artículos, con los que puedes llegar a miles de personas más de lo que lo harías de otra forma.

Regla 5) Aprovechar el elemento sorpresa

Cuando se sorprende a la gente con la guardia baja, se produce un momento de caos e incertidumbre que se puede aprovechar. Las barreras mentales establecidas desde hace tiempo se derrumban, aunque sólo sea por un momento, y en ese instante existe la oportunidad de presentar una nueva idea a una mente que está expuesta y, en cierto sentido, vulnerable.

Una forma habitual de hacerlo es presentar un hecho o una estadística impactante. Cuando las personas se enfrentan a información nueva que les sorprende, tienen que reformular su visión del mundo para adaptarse a esa información. Ese periodo de reformulación es la oportunidad perfecta para introducir una nueva forma de pensar sobre las cosas, porque están buscando una perspectiva que dé sentido a la nueva información.

Otra forma estupenda de sorprender a la gente es ser algo diferente de lo que esperan que seas. Si esperan que seas un ideólogo sin sentido, interactúa de forma que demuestres que eres reflexivo y matizado. Si esperan que seas igual que todos los que pertenecen a lo que ellos creen que es tu tribu, adopta una tercera postura que cuestione por completo el marco de referencia de la cuestión.

La gente esperará que seas cerrado de mente. Demuéstrales que se equivocan mostrándote realmente abierto a sus ideas. La gente espera no aprender nada nuevo. Demuéstrales que se equivocan siendo educativo y perspicaz. La gente espera que no conozcas sus objeciones. Demuéstrales que se equivocan conociendo todos los aspectos de la cuestión.

Tu interlocutor debe sentirse tan intrigado porque sientas curiosidad y busques sus opiniones por propia voluntad. Aunque no estén de acuerdo, te considerarán una persona cuya opinión merece la pena escuchar. ¿Por qué? Porque les has sorprendido. Les has dado algo que no esperaban: valor.

Aplicar las reglas

Una vez expuestas las reglas, veamos algunos ejemplos de cómo aplicarlas en nuestro día a día.

Ejemplo 1): Tu tío conservador empieza a hablar de política en la cena de Acción de Gracias como todos los años, en clara violación de la Regla 1 y la Regla 5 (después de todo, es tan predecible como la salida del sol). Te dan ganas de rebatirle, pero te das cuenta de que involucrarte iría en contra de las reglas 2, 3 y 4, así que decides dejarle despotricar.

Ejemplo 2: Te presentan a alguien en una fiesta. Es un profesor (Regla 4) y parece interesado en hablar de ideas (Regla 1), pero enseguida te das cuenta de que es una persona obstinada (Regla 3) y te interrumpe cada vez que intentas exponer algo (Regla 2). En lugar de prolongar la conversación, sugieres amablemente que sigan hablando por correo electrónico y que intercambien recomendaciones de libros.

Ejemplo 3): Ves que AOC o Bernie Sanders publican una mala opinión, así que envías un artículo a FEE (Regla 2) respondiendo a sus puntos de vista (Regla 1), que se difundirá a un público que sabes que es persuasible (Regla 3) e influyente (Regla 4), y en el artículo presentas una visión matizada que es educativa y replantea el debate de una manera que desafía a ambas partes a pensar en el tema de manera diferente (Regla 5).

Una vez más, no se trata de reglas rígidas. Son simplemente directrices. No se trata de aplicarlas rígidamente. Se trata de ser intencionados a la hora de participar en la batalla de ideas. Demasiadas personas se lanzan directamente al debate sin pensar si su planteamiento tiene tacto o es útil. Cuanto más intencionados y resueltos seamos, más evitaremos las conversaciones que no sirven para nada.

Este artículo ha sido adaptado de un número del boletín electrónico FEE Daily. Haz clic aquí para suscribirte y recibir noticias y análisis del mercado libre como éste en tu bandeja de entrada todos los días de la semana.