La controversia mundial sobre los organismos modificados genéticamente es una clásica historia de contrabandistas y bautistas. Los activistas que creen erróneamente que los OGM (alimentos transgénicos) son peligrosos para el consumo se han aliado con los vendedores de pesticidas e insecticidas para restringir a los pobres del mundo las tecnologías que salvan vidas.
Esto es una tragedia.
Los OMG aumentan el rendimiento de las cosechas, mejoran el valor nutricional de los cultivos y disminuyen las emisiones de gases de efecto invernadero. Quienes quieren mejorar el nivel de vida y cuidar el medio ambiente deberían estar horrorizados por las restricciones a los OGM en todo el mundo.
Aunque los "bautistas" son escépticos sobre la seguridad de los OGM, un consenso abrumador de científicos está de acuerdo en que los OGM son seguros para el consumo. No dañan la salud de los órganos, no causan mutaciones genéticas en humanos o animales, no afectan los embarazos ni transfieren genes a quienes los consumen.
Los aliados de los "contrabandistas" -las industrias de pesticidas e insecticidas- se ven amenazados por los cultivos de alto rendimiento y resistentes a las enfermedades que no requieren sus productos.
A diferencia del cultivo convencional de plantas o animales, que combina todos los genes de dos fuentes, los OMG se crean modificando el código genético de un organismo. Esto permite realizar alteraciones más precisas, como la inserción de un gen resistente a las enfermedades o uno que produzca más vitamina C. Las alteraciones dirigidas permiten a los investigadores mejorar las prácticas de cultivo convencionales y crear organismos optimizados para condiciones agrícolas específicas.
Esto los hace idóneos para aumentar la seguridad alimentaria y sacar a los agricultores de la pobreza. Los agricultores de los países pobres carecen de acceso a la selección de semillas, equipos agrícolas, fertilizantes, pesticidas y tecnologías de riego que están generalizados en los países ricos. Sin estos productos, sus cultivos son más susceptibles a las malas hierbas y a las plagas y rinden mucho menos que los del mundo desarrollado. Cuando los pesticidas están disponibles, los agricultores suelen aplicarlos a mano, lo que contribuye a la intoxicación con los pesticidas.
Los beneficios de los OMG son bien conocidos por los agricultores en estas condiciones. En Kenia, los productores de leche están solicitando a su gobierno que levante la prohibición de los OMG porque el aumento de los precios de los alimentos para el ganado no OMG ha dejado a muchos fuera del negocio. Dado que las mejoras de las plantas son más específicas, los OMG tienen un mayor rendimiento, requieren menos pesticidas y fertilizantes sintéticos y son más resistentes a las enfermedades que los cultivos convencionales.
Por ejemplo, el algodón Bacillus thuringiensis (Bt) modificado genéticamente aumentó el rendimiento del algodón indio entre un 50 y un 70% entre 1975 y 2009 y redujo la intoxicación por insecticidas en 2.4 millones de casos al año. Como los agricultores perdieron menos cosechas por enfermedades y plagas, sus ganancias aumentaron hasta un 50%. Para los agricultores que no pueden permitirse tractores y fertilizantes, estas semillas transgénicas que reducen los costos son una forma eficaz de aumentar la producción de alimentos.
Sólo cuatro países africanos permiten los cultivos transgénicos y gran parte del sudeste asiático restringe el acceso a los mismos. La Information Technology & Innovation Foundation calcula que las restricciones a los OMG podrían costarle a los países de renta baja y mediana hasta 1.5 billones de dólares en ingresos perdidos hasta el 2050. En Filipinas, las berenjenas Bt fueron prohibidas por el Tribunal Supremo, a pesar de que varios estudios realizados en el país encontraron numerosos beneficios para la salud y los ingresos.
Además de todos estos beneficios, los OMG reducen las emisiones de carbono por unidad producida. La adopción de la tecnología genéticamente modificada disminuyó las emisiones de gases de efecto invernadero en un porcentaje equivalente a la eliminación de 15.27 millones de autos de carretera en 2018 y ahorró al mundo aproximadamente 16.1 millones de hectáreas en tierras de cultivo. Esto es aproximadamente el 14 por ciento de la tierra cultivable de Estados Unidos.
Sin embargo, la Unión Europea se está alejando de los OGM y pretende que el 25 por ciento de las explotaciones agrícolas europeas produzcan productos orgánicos para el 2030.
El debate sobre los OMG sigue siendo controlado por grupos no científicos en detrimento del hambre en el mundo y de los esfuerzos por reducir las emisiones. Los gobiernos, especialmente los de las naciones empobrecidas, deberían levantar sus prohibiciones y permitir el pleno acceso a los OMG.