Enseñar a los niños a ahorrar es difícil cuando ahorrar no es rentable.
Durante la mayor parte de mi adolescencia, los tipos de interés fueron casi nulos. De hecho, incluso los certificados de depósito (CD), que ofrecen tipos de interés más altos que las cuentas de ahorro típicas, generaban rendimientos inferiores al 1 %. Esto era una anomalía. Durante la mayor parte de la historia reciente (especialmente a finales del siglo XX), los tipos de interés eran mucho más altos.
Los inversores de la década de 1960 podían esperar razonablemente un rendimiento anual de al menos el 5 % de sus bancos. Desde mediados de los años 70 hasta mediados de los 80, muchos ahorradores obtenían un rendimiento del 10 %. Pero para los que llegamos después, esas recompensas por ahorrar han sido imposibles.
No se trató de un accidente del mercado. Cuando el mercado inmobiliario se derrumbó en 2008-2009, la Reserva Federal de los Estados Unidos (la institución responsable de determinar la política monetaria del país) tomó una serie de decisiones políticas destinadas a bajar los tipos de interés. Aunque la Reserva Federal no determina directamente los tipos de interés, dispone de diversas herramientas para subirlos o bajarlos.
Los dirigentes de la Reserva Federal consideraban deseables los tipos de interés bajos, ya que estos reducen el coste de los préstamos. Si las empresas quieren emprender proyectos de construcción a largo plazo, por ejemplo, unos tipos de interés más bajos harían que los proyectos fueran más viables desde el punto de vista financiero, si el resto de factores se mantuvieran constantes.
Si utilizar la política monetaria para reducir los tipos de interés es una buena idea es otra cuestión. El hecho es que la Reserva Federal mantuvo los tipos de interés cercanos a cero durante una década. Ahora que han subido, es una buena oportunidad para enseñar a la próxima generación una lección importante sobre el ahorro.
Una de las principales desventajas de la decisión de mantener los tipos de interés cercanos a cero es que toda una generación de estadounidenses nunca ha tenido la oportunidad de aprender el valor del ahorro.
El ahorro es una parte integral del desarrollo humano. Para emprender grandes proyectos, es necesario ahorrar. Por ejemplo, cuando se crea una empresa, a menudo pueden pasar meses o años antes de que esta genere beneficios. ¿Cómo se puede pagar a los trabajadores o los materiales si no se obtienen beneficios? Pues bien, hay que recurrir a los propios ahorros o a los de otra persona (en este último caso, se trataría de un préstamo).
Esta misma lógica subyace a la decisión de ir a la universidad. La universidad cuesta dinero y los beneficios llegan más tarde. ¿Cómo puedes pagar algo que no te reporta beneficios hasta mucho más tarde? Una vez más, tienes que recurrir a los ahorros. Los estudiantes tienen un fondo para la universidad o piden un préstamo (de los ahorros de otros).
El ahorro es necesario para el desarrollo de una economía moderna.
Cuando los tipos de interés son normales, es fácil enseñar el valor del ahorro porque literalmente sale a cuenta ahorrar. Si depositas 1000 dólares en una cuenta de ahorro cuando los tipos de interés son del 4 % (anual), acabas ganando 40 dólares en un año.
Puede que no parezca mucho, pero puede ser una gran herramienta didáctica para los niños por dos razones. En primer lugar, es difícil ganar dinero cuando se es niño, por lo que cualquier oportunidad de ganar dinero se percibe como una gran oportunidad. En segundo lugar, el milagro del interés compuesto puede empezar a producir recompensas realmente tangibles.
El interés se acumula, por lo que una ganancia de 40 dólares este año no significa una ganancia de 40 dólares el año que viene. El interés que se gana cada año también acumula intereses.
Esto puede ser difícil de visualizar sin una hoja de cálculo. Para superar esto, la regla del 72 puede ayudarte a comprender la importancia de los intereses compuestos.
Ya he hablado de esta regla anteriormente en FEE en el contexto de la inflación. La idea principal es muy sencilla. Si divides el número 72 por la tasa de interés anual, obtienes el número de años que tardará tu dinero en duplicarse.
Por ejemplo, supongamos que tienes 1000 dólares en tu cuenta bancaria y que el tipo de interés anual es del 6 %. Divide 72 entre 6 y el resultado es 12. En 12 años, tu saldo pasará de 1000 a 2000 dólares.
Ahora podemos ver la importancia del cambio en los tipos de interés. Si los tipos de interés de las cuentas de ahorro son del 0,1 % (como lo fueron durante la mayor parte de mi adolescencia), tu saldo bancario tardaría 720 años en duplicarse. Hoy en día, con tipos de interés más cercanos al 4 %, se tardaría unos 18 años en duplicar el saldo de una cuenta. Este número, 18, tiene un significado claro para cualquier padre. Es el tiempo perfecto para mostrar a tus hijos las ventajas del ahorro.