La prohibición a la venta de órganos está matando gente. No tiene que ser así

Legalizar el mercado de órganos salvaría vidas, entonces ¿por qué hay tanta gente que se opone?

Recientemente se registró un gran avance en el campo de los xenotransplantes. ¿Qué es eso, preguntas? Se trata de la transferencia de órganos animales a seres humanos. Esto es muy difícil de lograr, ya que los miembros de nuestra especie suelen rechazar partes del cuerpo provenientes de nuestros hermanos del campo y las corrientes de agua, por lo tanto, no nos pueden beneficiar mucho.

Aunque el xenotransplante aún no se ha logrado del todo, se acaba de dar un primer paso en este largo y arduo proceso. Jim Parsons, de 57 años, sufrió muerte cerebral a causa de un accidente de moto. Su familia consintió que se le colocara el riñón de un cerdo en su cuerpo. No lo rechazó, una primicia en materia de xenotransplantes. Se cree, se espera, que esto conducirá finalmente a la perfección de esta técnica.

¿Por qué querría alguien hacer esto en primer lugar? Después de todo, suena bastante grotesco. Pero la razón es clara: hay decenas de miles de personas en lista de espera para recibir partes del cuerpo de otros seres humanos, pero la oferta es lamentablemente insuficiente. Muchos de estos pacientes perecen mientras esperan material corporal de otras personas; si los animales pueden suplir la escasez, se salvarán multitud de vidas.

Pero esto sólo lleva a más preguntas. En Economía Básica aprendemos que siempre que haya escasez, la demanda supera a la oferta. Hasta aquí, eso es correcto. Sin duda, eso es cierto en este caso. Sin embargo, en esos cursos también aprendemos que siempre que esto ocurra, hay una tendencia a que los precios suban y, finalmente, llegamos a un punto de equilibrio, o al menos a uno cercano, en el que la oferta tiende a ser igual a la demanda. Y entonces, voilà, ya no hay escasez.

Pero la escasez entre las muchas partes del cuerpo que se demandan y las pocas que se suministran, en términos relativos, ha sido un problema durante muchos años. La razón es que la Ley Nacional de Trasplantes de Órganos de 1984 prohíbe la venta o compra de órganos y tejidos humanos. Por supuesto, uno puede donarlos, de forma gratuita, a otros, pero no puede obtener ningún pago por esta transferencia.

¿Cuál es la justificación de esta política, que efectivamente mata a muchas personas? Según la Administración de Recursos y Servicios Sanitarios, es para garantizar que "... los ricos no tengan una ventaja injusta para obtener órganos y tejidos donados".

Es un razonamiento curioso. ¿Por qué es "injusto" que los ricos obtengan la mayor parte de los bienes y servicios de una economía? Después de todo, ¿no es ése el objetivo principal de ganar dinero? Y, en la sociedad libre, la única manera de hacerlo es suministrando los bienes y servicios valorados por los demás. Si esta política se extrapolara a toda la economía, los ricos no tendrían más diamantes que los demás, ni Rolls-Royce, ni palacios, ni yates, etc. Bastante del incentivo que hay para ayudar a los demás a través de la actividad comercial desaparecería de un plumazo. Todos tenderíamos al empobrecimiento.

Hay un argumento totalmente diferente, pero no más coherente, para prohibir la venta de órganos. El temor es que si se permitiera un mercado para el intercambio de órganos humanos y se pagaran altos precios por ellos, los ladrones le robarían a la gente esos ahora comercialmente valiosos productos.  Se desatarían los "piratas de órganos" y se aprovecharían de personas inocentes.

Pero el análisis básico de la oferta y la demanda vuelve a salir al rescate. Sencillamente, el precio de los órganos en el mercado negro es actualmente muy alto porque la oferta es muy limitada, lo que hace que los precios sean más altos. Por lo tanto, si se permitiera aumentar la oferta, la piratería de órganos en el mercado negro sería menos lucrativa, no más.

La prohibición actual tiene otro gran defecto. Lo que dice, en efecto, es que una misma actividad, a saber, la transferencia de un órgano de una persona a otra, está totalmente dentro de la ley mientras no se intercambie dinero. Pero, cuando este nefasto y perverso acto-¡del comercio! - ocurre deben intervenir las fuerzas del orden y detener a los delincuentes.

¿La mera interacción comercial, per se, se considera ilegal? ¿Estamos en la vieja Unión Soviética en este supuesto "tierra de gente libre"?