La maravillosa (y trágica) historia de la canción "Do they know it's Christmas"

"Do they know it's Christmas" sigue siendo una de las canciones navideñas favoritas. Pero resulta que escribir una canción y recaudar millones de dólares para ayuda alimentaria en África fue la parte fácil.

La comedia de 2017 Daddy's Home 2 se ha convertido en una de las películas navideñas favoritas de mi familia.

Una de las razones por las que la película es un éxito es que tiene no una, sino dos escenas hilarantes que presentan una de las mejores Canciones de Navidad jamás escritas: "Do they know it's Christmas"

Yo era pequeño cuando salió la canción, y de niño no era muy fan. No sabía muy bien de qué trataba la canción, pero recuerdo vagamente que pensaba que tenía algo que ver con el sida, que era nuevo y daba mucho miedo. Me gustaba más ver a Burl Ives cantando "Holly Jolly Christmas" o a los personajes de Peanuts cantando "Hark the Angels".

En algún momento, sin embargo, empecé a amar "Do they know it's Christmas" -todavía me dan escalofríos cada vez que Bono dice "Bueno, esta noche dále gracias a Dios que son ellos en lugar de ti".

A medida que fui creciendo, también aprendí un poco más sobre ella.

Como la mayoría de los lectores ya saben, la canción no tenía nada que ver con el sida, sino con una hambruna en Etiopía. Menos, sin embargo, saben que la hambruna fue provocada por el hombre.

“La muerte está por todas partes”

Una fría noche de octubre de 1984 en Inglaterra, Bob Geldof estaba solo viendo la televisión. Como líder de los Boomtown Rats, Geldof había saboreado la fama y el éxito, pero su carrera musical se encontraba ahora en una encrucijada. La banda estaba en ruinas y Geldof intentaba "gestionar el declive" mientras consideraba su siguiente paso.

"No podía hacerlo en solitario", recuerda Geldof en el documental Band Aid: La canción que conmovió al mundo. "Realmente tenía muy poca confianza en mi tipo de habilidades".

Geldof recibió una dosis de perspectiva aquella noche cuando encendió la BBC y vio un reportaje del periodista Michael Buerk en el que se describía una grave hambruna en Etiopía.

"Quince mil niños aquí ahora. Sufriendo. Confundidos. Perdidos", dice Buerk, mientras la cámara recorre los cuerpos demacrados de etíopes hambrientos. "La muerte está por todas partes. Un niño o un adulto muere cada veinte minutos".

El reportaje conmocionó a Geldof. De repente, las ventas de discos de los Boomtown Rats parecían menos importantes.

Decidió escribir una canción benéfica para ayudar, pero rápidamente rechazó la idea de interpretarla con los Boomtown Rats. En su lugar, llamó a Midge Ure, un músico escocés que esa misma noche había estado haciendo una entrevista a la (entonces) esposa de Geldof, Paul Yates, que presentaba un programa musical llamado The Tube.

La conversación cambió la vida de ambos para siempre.

“Phil, necesito un baterista famoso”

El 24 de noviembre de 1984, el músico pop Boy George dormía en su habitación de hotel de Nueva York cuando sonó el teléfono. Estaba de gira con Culture Club y había pasado la noche de fiesta. La llamada le despertó. Era Geldof, que el día anterior había dicho a George que dejara lo que estaba haciendo y se fuera a Londres para interpretar una canción que había coescrito con Ure.

Geldof y Ure habían creado una superbanda benéfica llamada Band Aid (que también significa “curita” en español, ¿te diste cuenta?), y habían invitado a un montón de populares artistas británicos e irlandeses a interpretar la nueva canción, escrita con un fin concreto: recaudar dinero para los etíopes que sufrían una de las peores hambrunas de la historia moderna.

George aceptó coger un vuelo a Londres.

George llegó a los estudios Sarm West de Notting Hill el 25 de noviembre, exactamente un mes antes de Navidad. Llegaba tarde, pero al menos lo había conseguido, a diferencia de David Bowie y Paul McCartney, que se habían visto obligados a retirarse debido a sus compromisos.

Se reunió un variopinto grupo de los intérpretes británicos más populares del mundo, incluido Phil Collins, que llegó con toda su batería, así como Sting, George Michael y otros.

Todo el proceso de composición, grabación, producción y lanzamiento de "Do they know it's Christmas" fue extraordinariamente rápido: menos de seis semanas.

Pocos días después de la emisión del reportaje de la BBC, Geldof subió a un taxi y se dirigió a casa de Ure. Mientras estaba en el asiento trasero, empezó a garabatear algunas letras en un trozo de papel. Cuando llegó, ya tenía su canción esbozada, pero la instrumental era tosca.

"Era como Bob Dylan bajo los efectos del Librium", dijo Ure más tarde.

Los compositores decidieron repartirse el trabajo. Ure escribiría la música de la canción, mientras que Geldof puliría la letra y llamaría por teléfono para conseguir intérpretes.

"Phil, necesito un baterista famoso", recuerda Collins que le dijo Geldof.

Conseguir artistas que se comprometieran con el proyecto no fue tan difícil como cabría esperar. Geldof conocía a muchos artistas, y ellos veían que le apasionaba la causa. Por su parte, Ure aportó la credibilidad necesaria al proyecto.

"Una vez que [Bob] tuvo a Midge a bordo, todos los amigos de Bob que conocían sus limitaciones musicales pensaron 'ahora sabemos que el disco se va a grabar, así que no nos va a avergonzar'", observó una persona familiarizada con el proyecto.

El elenco de intérpretes reunido dispuso de 24 horas para grabar en el estudio, que el productor Trevor Horn puso gratuitamente a su disposición. (Inicialmente se había pedido a Horn que produjera la canción, pero éste le dijo a Geldof que le llevaría seis semanas, lo que haría imposible un lanzamiento en diciembre; así que la tarea recayó en Ure).

La canción se grabó en cuestión de horas, y Ure pasó los días siguientes produciendo y editando en su estudio casero con el ingeniero Rik Walton.

“Todo el mundo compró el disco”

"Do they know it's Christmas" salió a la venta el 3 de diciembre. La canción se estrenó con Paul Young a la voz, seguido de Boy George, George Michael, Simon Le Bon de Duran Duran, Sting y Bono. Otros numerosos artistas también participaron en el proyecto.

El single vendió un millón de copias en la primera semana, encabezando las listas del Reino Unido. La canción se convirtió rápidamente en el sencillo de venta más rápida en la historia del Reino Unido, un récord que mantendría hasta 1997, cuando fue eclipsado por "Candle in the Wind" de Elton John, lanzado tras la muerte de la Princesa Diana.

"Todo el mundo compró el disco, aunque no le gustara", dijo Geldof.

El álbum recaudó más de 24 millones de dólares para ayudar a Etiopía, que lo necesitaba desesperadamente. La magnitud de la hambruna era sobrecogedora. El gobierno estadounidense calculó que afectó a casi 8 millones de personas, aproximadamente una quinta parte de la población etíope. De ellos, 2,5 millones se consideraban "en peligro inmediato y mortal", según un memorando de la Oficina de Asistencia para Desastres en el Extranjero de Estados Unidos.

Aunque la suma superó con creces las expectativas de Geldof, no había terminado. Un esfuerzo de ayuda posterior organizado con Live Aid aportó 150 millones de dólares para paliar la hambruna.

A todas luces, fue un éxito masivo. El poder del arte, los famosos y los medios de comunicación se combinaron para salvar vidas en uno de los rincones más pobres del mundo.

“El país pobre icónico”

Peter Gill era uno de los pocos periodistas occidentales en Etiopía en 1984. Trabajando con Action Aid, un grupo humanitario mundial, pasó semanas en Korem, el epicentro de la hambruna, y en las tierras altas de Amhara.

Según Gill, quizá la consecuencia más evidente de la campaña Band Aid fue que Etiopía se convirtió en una especie de caricatura de la pobreza y el hambre en la mente de los occidentales.

"Se ha convertido en el país pobre emblemático", escribió Gill en su libro de 2010 *Hambruna y Extranjeros: Etiopía desde Live Aid. "En lugar de su glorioso pasado y su rica cultura, ahora asociamos Etiopía con la hambruna".

Tales percepciones no deberían sorprendernos precisamente. La hambruna en Etiopía se cobró hasta un millón de vidas, según estimaciones oficiales (el total real probablemente se acerque más a 400.000); así que no es extraño que muchos asocien el país con el hambre.

Lo que pocos saben es que la hambruna no fue un accidente. Aunque la sequía desempeñó un papel, muchos han pasado por alto que las políticas militares del gobierno etíope fueron el principal catalizador.

Mengistu Haile Mariam, Secretario General del Partido de los Trabajadores de Etiopía y presidente del Derg, una junta militar comunista que gobernaba Etiopía, había adoptado una estrategia sencilla para hacer frente al hambre: re-asentar a los etíopes. Si la gente pasaba hambre en las tierras altas, había que enviarla a las tierras bajas, donde la productividad era alta y la tierra abundante.

"La escala prevista del programa de re-asentamiento estaba a la altura de la imagen del coronel Mengistu como el Stalin africano de bolsillo, y se ejecutaría de forma totalmente despiadada", escribe Gill. "El re-asentamiento también servía a un propósito político más oscuro, y se aplicaría a punta de pistola".

El "propósito político más oscuro" al que alude Gill es que el re-asentamiento permitió al coronel Mengistu hacer frente con mayor eficacia a la alianza de grupos rebeldes, entre ellos el movimiento de liberación eritreo y el Frente de Liberación del Pueblo Tigreo, que se oponían al régimen militar comunista.

Dawit Wolde-Giorgis, comisario de socorro y autor de Lágrimas rojas: Hambruna y Revolución en Etiopía, recordaba a Mengistu describiendo su estrategia con una parábola maoísta de vaciar el mar para capturar peces.

"Sin mar no habrá peces", dijo Mengistu. "Tenemos que desecar el mar, o si no podemos desecarlo completamente, debemos llevarlo a un nivel en el que les falte espacio para moverse a sus anchas, y sus movimientos se verán fácilmente restringidos".

El plan de Mengistu pudo ser eficaz como estrategia militar, pero asoló la economía etíope. Entre los muchos problemas que produjo fue que creó un excedente de mano de obra en algunos lugares y escasez en otros.

Un agricultor de 45 años llamado Ibrahim, con el que Gill habló décadas después de la hambruna, recordaba que de joven le obligaron a cavar tumbas porque no había suficientes trabajadores.

"La gente estaba muy ocupada enterrando a los muertos", dijo. "Como el Derg [el régimen militar comunista que gobernaba Etiopía] se había llevado a tanta gente para re-asentarla, había escasez de mano de obra y algunos nos vimos obligados a convertirnos en enterradores".

Lecciones de Band Aid

Casi cuatro décadas después, "Do they know it's Christmas" tiene un legado variado. Por un lado, sigue siendo una de las canciones navideñas más populares del mundo, y con razón. La canción canaliza el espíritu de la Navidad, que nos invita a amar y cuidar a nuestros semejantes, y a dar gratuitamente a los necesitados. Su mensaje de esperanza, caridad e idealismo nos conmueve, lo cual forma parte de su magia.

"Había una ingenuidad encantadora en esta canción", dijo Sting años después, hablando con Ure. "Creo que una canción más sofisticada no habría funcionado. Tenía que ser una especie de villancico, de canción infantil, una visión sencilla e idealista. Y eso es exactamente lo que era".

Sin embargo, esa ingenuidad también forma parte de su legado. Ingenuidad sobre África y los africanos, el socialismo, la economía y los retos de administrar eficazmente la ayuda humanitaria. Lo poco que se resolvió con el derroche de riqueza y compasión por la hambruna etíope es sin duda parte de su legado. Pocos lo entienden mejor que Michael Buerk, el periodista de la BBC cuyo reportaje conmovió tanto a Geldof aquella fría noche de octubre de 1984.

"La gran hambruna etíope lo cambió todo y nada. Cambió fundamentalmente el sentido de responsabilidad del mundo rico hacia los hambrientos y los pobres, pero no resolvió nada", escribió Buerk en el prólogo del libro de Gill. "Un cuarto de siglo después, seguimos discutiendo sobre las raíces del problema, por no hablar de la solución, y -aunque ha habido progresos- la inseguridad alimentaria de Etiopía empeora, no mejora".

“La ayuda es sólo un parche”

Resulta que escribir una canción y recaudar millones de dólares para ayuda alimentaria era la parte fácil. Administrar la ayuda eficazmente era mucho más difícil. De hecho, las pruebas sugieren que decenas de millones de dólares de ayuda internacional -no de Band Aid, sino de otras iniciativas de ayuda- se desviaron para financiar a un grupo paramilitar de rebeldes comunistas.

Esto no quiere decir que las iniciativas de ayuda no puedan ayudar a los que sufren, o que la gente no deba dar a los necesitados. Dar es bueno y puede ayudar a los necesitados, sobre todo si se combina con prudencia, pero no es un fin en sí mismo. Ayudar a la gente es el fin último, y para ello hace falta algo más que esfuerzos humanitarios, como ahora comprenden algunos miembros de Band Aid.

"La ayuda es sólo un parche", señaló Bono poco después de la publicación del libro de Gill. "El comercio y el capitalismo empresarial sacan a más gente de la pobreza que la ayuda. Necesitamos que África se convierta en una potencia económica".

Esta es la solución al hambre y la pobreza. Como señaló en una ocasión el economista Adam Smith, "poco más se requiere para llevar a un Estado al más alto grado de opulencia desde la más baja barbarie, que paz, impuestos fáciles y una administración de justicia tolerable".

La fórmula de Smith puede parecer sencilla, pero su ejecución no lo es. El poder tiene una forma de concentrarse y desatarse por sí mismo. Dawit Wolde-Giorgis, autor de Lágrimas Rojas, afirma que ésta es quizá la mayor cicatriz de la hambruna etíope.

"[El] mayor peaje de la hambruna fue psicológico", escribió Dawit. "Ninguno de los supervivientes volvería a ser el mismo. La hambruna dejó tras de sí una población aterrorizada por las incertidumbres de la naturaleza y la crueldad de su gobierno."

Muchos occidentales son ajenos a las causas que apuntalaron la hambruna de Etiopía, pero los etíopes no, y parecen haber aprendido una importante lección.

"La pobreza mundial es una carga que hay que compartir, pero hay otro principio que ahora se reconoce ampliamente", escribe Gill. "Los países pobres saldrán de la pobreza sólo cuando tomen las riendas de su propio destino".

Por esta razón, Etiopía "ha insistido en trazar su propio curso de desarrollo". Expulsaron al régimen comunista en 1991. Han ampliado constantemente la libertad económica (aunque el país aún tiene mucho camino por recorrer), y la prosperidad ha surgido como resultado. En 2018, Abiy Ahmed puso fin a 20 años de guerra con Eritrea y recibió el Premio Nobel de la Paz.

Esta fórmula -paz y ampliación de la libertad económica- tiene el poder de transformar Etiopía como no puede hacerlo ninguna cantidad de ayuda humanitaria. La canción nos implora: "Alimenta al mundo". Esto es precisamente lo que ha hecho la libertad económica, provocando el mayor descenso de la pobreza extrema de la historia.

No se trata de menospreciar la labor de Band Aid. Si se visita Korem hoy en día, todavía se pueden ver pruebas de sus obras, incluido un hospital terminado en el vigésimo quinto aniversario de la hambruna con lo recaudado por Geldof y compañía.

También es difícil exagerar el impacto cultural -bueno y malo- de la canción, aunque muchos sonríen con la frase "Do they know it’s Christmas".

"Como los etíopes han señalado desde entonces, por supuesto que sabían que era Navidad porque los hambrientos eran mayoritariamente cristianos", señala Gill.