La celebración de 75 años de fe y esperanza en libertad

Dado que la libertad representa la única esperanza de la genuina civilización, seguir adelante con la misión de avanzarla es todavía el mejor camino para sostener y acrecentar su chispa.

Este mes se cumple el 75to aniversario de la Fundación para la Educación Económica (FEE). Debido a que me he beneficiado de la lectura de las publicaciones de FEE durante casi dos tercios de ese tiempo y he contribuido para ellas durante décadas, así que considero  necesario celebrarlos los 75 años.

Este año también se cumplen 50 años de la publicación de Then Truth Will Out, de Leonard Read, fundador de FEE, obra escrita en el contexto de “una evaluación de dónde estamos en el camino de la libertad al llegar a los 25 años de vida institucional”.

Esta especie de aniversarios compuestos, 25, 50 y 75 años, ahora vistos como un todo, sugiere que nos haría muy bien echar una mirada atrás al “camino de la libertad” con A Truth Will Out.

Yo creo que es uno de los mejores libros de Read, y como testigo de ello está el hecho de que cuatro capítulos de mi obra Apostle of Peace, que trata lo que considero son algunos de los mejores argumentos, se derivan de ese libro de Leonard Read. Pero al revisar el libro ahora, me asombro más con su primer capítulo, “Una confesión de fe”.

  1. Tal vez una de las formas más confiables de identificar la propia opinión político-económica, al menos de manera general, sea manifestar nuestra idea de lo que entendemos por ideal, es decir, de qué entendemos por civilización o por personas civilizadas.
  2. Para mi, “civilización” no puede ser nada menos que una sociedad de personas civilizadas. De modo que ¿cómo se identifica a una persona civilizada? 
  3. Una persona civilizada, de acuerdo con mi ideal, debe reconocer que el ser humano es a la vez un ser social e individual.
  4. De modo que, esta persona no debe solo ser responsable de sí mismo, sino al mismo tiempo, entender que debe a todos los demás un irrestricto respeto a sus derechos.
  5. En resumen, la persona realmente civilizada es una persona devota a la libertad; se opone a todas las ataduras que sujeten la energía creativa. 
  6. La persona civilizada se da cuenta de cuán incorrecto es pensar que libertad es sinónimo de descontrol.
  7. La libertad no incluye, ni puede incluir, ninguna acción, independientemente de quién la ejerza, que disminuya la libertad de ningún ser humano. Argumentar lo contrario es afirmar que la libertad puede estar compuesta por negaciones de la libertad, lo cual es claramente un absurdo. 
  8. El desenfreno llevado al punto de perjudicar la libertad de los demás es el ejercicio de la licencia, no de la libertad. Minimizar el ejercicio de la licencia es maximizar el ámbito de la libertad.
  9. Para alcanzar este ideal, es necesario que exista un organismo de la sociedad -representando del lado social del hombre- que codifique los "no debes", los tabúes, las acciones destructivas y que haga cumplir su mandato.
  10. El hecho de que el agente de la sociedad, es decir, el gobierno, tenga un historial de descontrol, de volverse él mismo destructivo, sólo demuestra lo lejos que estamos de la civilización. No justifica, sin embargo, que se abandone la figura del ideal; esto no justifica la anarquía.

Como la confesión de fe del propio Read, esto coincide notablemente con la descripción que hace Jeffrey Tucker de su obra en el prefacio editorial de mi libro: "Su principal mensaje: el progreso social y económico sólo es posible a través de la libertad; todos los intentos de forzar el cambio o el progreso a través del gobierno son inmorales y están destinados al fracaso".

Y Jacob Huebert, en el prólogo de mi libro, nos lleva tanto a la creación de FEE como a las perspectivas futuras de lo que sólo la libertad puede hacer posible:

Cuando Leonard Read creó la Fundación para la Educación Económica en 1946, las perspectivas de la libertad debían parecer sombrías... no había ningún movimiento libertario... Read perseveró, sin embargo, porque sabía que las ideas libertarias sólo sobrevivirían si las pocas personas con principios que creían en ellas las mantenían deliberadamente vivas, y él sabía que mantenerlas vivas era la única esperanza para la civilización.

He oído a amigos desesperarse por el abismo actual entre la libertad que representaría la civilización y la inmensa huella del Estado que amenaza con aplastarla dondequiera que pise. Y puedo entender por qué se sienten así. Yo a veces me siento igual. Pero la fe en la libertad y la esperanza que ésta hizo posible para Leonard Read pueden proporcionarnos el mismo sustento en tiempos igualmente difíciles.

Y como la libertad representa la única esperanza de la verdadera civilización, continuar con la misión de avanzarla sigue siendo el mejor camino para sostener y ampliar su chispa, para así evitar la tragedia que nos acompañaría su desaparición.