H.L. Mencken: El sabio de Baltimore que desenmascaró la podredumbre del gobierno con ingenio y sabiduría

H.L. Mencken tenía un compromiso radical con la libertad que vale la pena recordar hoy.

Henry Louis (H.L.) Mencken, el Sabio de Baltimore, nació el 12 de septiembre de 1880, fue un periodista, ensayista, escritor satírico, crítico social y quizás el más abierto defensor de la libertad en la primera mitad del siglo XX.

Reflejando la diferencia entre lo que era defendible como coherente con la preservación de nuestros derechos y lo que hacía el gobierno, un tema importante de sus escritos era que "todo hombre decente se avergüenza del gobierno bajo el que vive".

En el día de su cumpleaños, vale la pena recordar algunas de las razones que Mencken ofrecía para justificar esa vergüenza, ya que, según sus criterios, nuestro gobierno es aún más vergonzoso hoy que cuando él escribió.

La base que justifica la vergüenza en nuestro gobierno reside en el papel apropiado del gobierno:

El gobierno ideal de todos los hombres reflexivos, desde Aristóteles en adelante, es aquel que deja al individuo en paz, uno que apenas se salva de no ser ningún gobierno.

El buen gobierno es aquel que evita que el ciudadano pierda su vida y su propiedad de forma demasiado arbitraria y violenta y que le libera lo suficiente de la bárbara tarea de protegerlas como para permitirle dedicarse a tareas más suaves, más dignas y más agradables.

El problema es que nuestro gobierno ha estallado en un torrente que sobrepasa los límites adecuados:

La ley y su instrumento, el gobierno, son necesarios para la paz y la seguridad de todos nosotros, pero todos nosotros, a menos que vivamos como tortugas de tierra, a menudo los encontramos dispuestos en nuestra contra.

Todo gobierno... está en contra de la libertad.

A medida que nuestro gobierno ha desbordado sus competencias propias y constitucionales, se ha volcado cada vez más en tareas que no puede hacer bien, si es que las hace, y ha atraído a muchos que están dispuestos no sólo a pasar por alto, sino a agravar sus fallos, con tal de tomar las riendas del poder. Y eso lleva a un sinfín de comportamientos vergonzosos, como observó Mencken (creativa y coloridamente) en numerosas ocasiones.

  • Todo gobierno es, en su esencia, explotación organizada, y en prácticamente todas sus formas existentes es el enemigo implacable de todo hombre industrioso y bien dispuesto.
  • Un buen político es tan impensable como un ladrón honesto.
  • Cada elección es una especie de subasta anticipada de bienes robados.
  • El centro de la tormenta de la anarquía en cada estado norteamericano es el Capitolio del estado. Es allí donde se cometen los peores crímenes... es allí donde se engendra, fomenta y difunde el desprecio por las leyes.
  • El gobierno... es una agencia comprometida al por mayor, y como una cuestión de deber solemne, en la realización de actos de los que todos los individuos que se respetan a sí mismos se abstienen como una cuestión de decencia común.
  • Un político profesional es un hombre profesionalmente deshonroso... para acercarse a un alto cargo tiene que hacer tantas concesiones y someterse a tantas humillaciones que se vuelve indistinguible de un vendedor ambulante.
  • Si un político descubriera que tiene caníbales entre sus electores, les prometería misioneros para la cena.
  • La teoría en la que se basa el gobierno representativo es que hombres superiores -o al menos no inferiores a la media en capacidad e integridad- son elegidos para gestionar los negocios públicos y que llevan a cabo esta labor con una inteligencia razonable y honesta. Hay poco apoyo para esa teoría en los conocidos hechos.
  • El gobierno está formado por una pandilla de hombres exactamente como usted y yo. No tienen... ningún talento especial para los negocios del gobierno; sólo tienen talento para conseguir y ocupar un cargo.
  • El tipo de hombre que quiere que el gobierno adopte y aplique sus ideas es siempre el tipo de hombre cuyas ideas son idiotas.
  • Cuando los fanáticos están en la cima no hay límite para la opresión.
  • Todo el objetivo de la política práctica es mantener a la población alarmada -y por lo tanto clamando por ser conducida a la seguridad- amenazándola con una serie interminable de duendes, todos ellos imaginarios.
  • La gran contribución [del gobierno] a la sabiduría humana... es el descubrimiento de que el contribuyente tiene más de un bolsillo.
  • Es la teoría fundamental de todas las leyes norteamericanas más recientes... que el ciudadano medio es medio tonto, y por lo tanto no se puede confiar en... sus propios recursos.
  • Es el hábito invariable de las burocracias, en todo momento y en todas partes, asumir... que cada ciudadano es un criminal. Su único propósito aparente, perseguido con una diligencia implacable y furiosa, es convertir la suposición en un hecho. Buscan sin cesar pruebas y, cuando no las hay, meras sospechas.
  • El verdadero burócrata es un hombre de talentos realmente notables... una capacidad casi infinita para formar reglas complicadas e inviables.
  • El gobierno es en realidad el peor fracaso del hombre civilizado. Nunca ha habido uno realmente bueno, e incluso los que son más tolerables son arbitrarios, criminales, codiciosos y poco inteligentes.
  • La tendencia natural de todo gobierno es a empeorar constantemente, es decir, a ser más satisfactorio para quienes lo constituyen y menos satisfactorio para los que lo apoyan.
  • El impulso de salvar a la humanidad es casi siempre una falsa fachada para el impulso de gobernar.

Mencken recibió críticas por sus ataques al gobierno por su abuso de las libertades norteamericanas, y fue considerado por algunos como radical y peligroso. Pero incluso para esas acusaciones, tenía una defensa de un compromiso radical con la libertad que vale la pena recordar hoy:

  • La noción de que un radical es alguien que odia a su país es ingenua y normalmente idiota. Es, más bien, alguien a quien le gusta su país más que al resto de nosotros y, por tanto, se siente más perturbado que el resto de nosotros cuando lo ve corromperse. No es un mal ciudadano que se vuelve delincuente; es un buen ciudadano llevado a la desesperación.
  • El hombre más peligroso para cualquier gobierno es el que es capaz de pensar por sí mismo... Casi inevitablemente, llega a la conclusión de que el gobierno bajo el que vive es deshonesto, insano e intolerable.
  • Sólo creo en una cosa: en la libertad; pero no creo en la libertad lo suficiente como para querer imponérsela a nadie.
  • Estoy firmemente a favor del sentido común, la honestidad común y la decencia común. Esto me hace siempre inelegible para un cargo público.