El existencialismo de BoJack Horseman

La webserie cómica es tan bella como desoladora.

He tenido esta roedora certeza de que Bojack Horseman es una representación artística por excelencia de nuestra era desde que lo vi por primera vez hace dos años. Sin embargo, me ha costado articular las razones de esa convicción. Hoy, al terminar la cuarta temporada, me he dado cuenta de que durante todo ese tiempo he estado esperando a ver cómo se desarrollaba la historia, suspendiendo mis intentos de comprensión hasta que pudiera tener en cuenta el final, el telos definitivo de los guionistas.

Fin.

Pero eso presupone que hay un telos, y es el mismo dilema al que se enfrentan los personajes: la crisis metafísica de la modernidad. No podemos dejar de pensar en el final porque queremos saber cómo se resuelve todo, cómo todas las tramas y subtramas confluyen en un desenlace final que no sólo resuelva todas las tensiones y conflictos a los que se enfrentan los personajes, sino que revele el sentido último de sus vidas y de las nuestras: el propósito que justifica el sufrimiento. Este anhelo de crear orden a partir del caos es antiguo. Creamos historias porque las historias nos crean a nosotros, nos ayudan a navegar por nuestras propias vidas y sentimientos incipientes.

¿Y si el final feliz, o cualquier final, no llega y nunca llegó?

Pero BoJack Horseman no es una sola historia, ni un libro, ni una película. Su formato episódico es necesario para articular sus temas existencialistas, un efecto reforzado por su condición de serie web, más que televisiva. Dado que los espectadores tienden a ver las series web en atracones de una manera que no podrían hacer los telespectadores, los largos periodos de tiempo de Hollywood se comprimen en periodos mucho más pequeños en la realidad del espectador.

Aunque a veces la acción alcanza su punto álgido, las tramas no suelen ofrecer al espectador una resolución satisfactoria, y al llegar al final de la temporada éste se queda con una inquietud y una sombra de hastío: ¿y si pasa aún más tiempo y les ocurren más cosas a los personajes, pero nada cambia ni se resuelve? ¿Y si el final feliz, o cualquier final, no llega y nunca llegó? ¿Que todo, desde las banalidades más insignificantes e irritantes hasta los momentos de sufrimiento agonizante, continuará con toda seguridad, pero es improbable o incluso imposible que se justifique? ¿Que no hay plan ni propósito y que la verdad es que tu vida se reducirá a circunstancias que escapan a tu control y a cómo reaccionas ante ellas?

Y lo que es más aterrador que la idea de un fracaso absoluto es la idea de que pueda ser culpa tuya. Mientras vivas según el plan de otra persona, puedes echarle la culpa de toda tu infelicidad; pero la libertad extingue cualquier intento de negación plausible. Por eso la gente la teme más que a ninguna otra cosa, porque tal vez, sólo tal vez, todas esas voces que susurran dentro de tu cabeza tengan razón: tal vez seas insignificante, o no lo suficientemente bueno, u olvidable. Quizá no consigas pasar por el siguiente aro, a pesar de todos los que has pasado antes. Tal vez fue una casualidad, tal vez eres un farsante, tal vez llegue finalmente el día en que todo el mundo te reconozca como el impostor débil, estúpido y cobarde que eres. Y seguirás corriendo en tu sitio bajo las órdenes de la Reina Roja hasta que mueras.

Desolador y hermoso

El hecho de que el protagonista sea un actor y que la serie se desarrolle en una versión ficticia de Hollywood también son elementos importantes a tener en cuenta. Los guionistas y productores de la serie incurren en asombrosas cotas de meta-mitología. Camille Paglia afirma en Sexual Personae que los occidentales modernos utilizamos la cultura pop para manifestar nuestros ídolos paganos reprimidos, creando en ella un panteón a través del cual podemos construir una mitología compartida. El dolor personal de Bojack se debe en gran parte a la tensión que siente entre su personalidad (su estatus de celebridad, así como el papel que interpretaba en Horsin' Around) y las sombrías y a menudo trágicas realidades de su vida real.

Paglia se inspiró para escribir Sexual Personae en Persona, de Ingmar Bergman, un examen cinematográfico de la tensión a la que se enfrentan los individuos al reflexionar sobre su doble naturaleza, que a veces puede parecer conflictiva: quiénes son a solas y quiénes son con los demás, así como la cruda ineludibilidad del Ser. Al igual que Bojack, la protagonista de Persona, Elisabet, es una actriz famosa que ha decidido "abandonar" su vida. Sin embargo, mientras Bojack recurre al bourbon, Elisabet es hospitalizada por una catatonia autoinducida. Cuando se descubre que la fuente de la quietud y el silencio de Elisabet es su propia fuerza de voluntad, una enfermera matriarcal se dirige a ella con una suave franqueza:

Lo comprendo. El sueño desesperado de ser -no parecer, sino ser. En cada momento de vigilia, alerta. El abismo entre lo que eres con los demás y lo que eres sola. El vértigo y el hambre constante de ser expuesto, de ser visto a través, tal vez incluso aniquilado. Cada inflexión y cada gesto una mentira, cada sonrisa una mueca. ¿Suicidio? No, demasiado vulgar. Pero puedes negarte a moverte, a hablar, para no tener que mentir. Puedes encerrarte en ti mismo. Entonces no necesitas interpretar ningún papel o hacer gestos equivocados. O eso creías. Pero la realidad es diabólica. Tu escondite no es estanco. La vida se cuela desde fuera y te ves obligado a reaccionar. Nadie se pregunta si es verdad o mentira, si eres auténtico o una farsa. Esas cosas sólo importan en el teatro, y apenas allí tampoco. Entiendo por qué no hablas, por qué no te mueves, por qué te has creado un papel a partir de la apatía. Lo comprendo. Te admiro. Deberías seguir con este papel hasta que se agote, hasta que pierda interés para ti. Entonces podrás dejarlo, igual que has dejado tus otros papeles uno a uno.

Cuando perdemos nuestros mitos, quedamos abandonados a nuestra suerte, y hay una sincera belleza en poder crear nuestras propias historias. Pero eso no garantiza que se nos dé bien. Y la mayoría de las veces, no lo somos. Bojack Horseman es el sueño convertido en pesadilla de la apoteosis posmoderna; la angustia de buscar dioses y héroes y encontrarnos sólo a nosotros mismos.

Publicado originalmente el 28 de septiembre de 2017.