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lunes, mayo 5, 2025
Crédito de la imagen: Imagen personalizada por FEE

Brecha de Generación: Iberia Desconectada


Una falla de cinco segundos en la red eléctrica se convirtió en un apagón de 12 horas.

El lunes 28 de abril, poco después de las 12:30 p.m. hora local, España y Portugal se apagaron. Un enorme corte eléctrico dejó a toda la península ibérica —y a una pequeña parte del sur de Francia— sin líneas telefónicas, electricidad ni Internet durante más de doce horas. Se apagaron los semáforos y cajeros automáticos, se cancelaron más de 300 vuelos, los hospitales recurrieron a generadores, y 35 000 personas tuvieron que ser rescatadas de trenes varados.

Se dice que el apagón cobró al menos tres vidas: un matrimonio y su hijo adulto, quienes habrían muerto por envenenamiento con monóxido de carbono provocado por un generador defectuoso. Mientras comienza la búsqueda de causas y responsables, las acusaciones políticas ya están volando.

A primeras horas del lunes por la tarde (en una rueda de prensa que la mayoría de los españoles no vio hasta varias horas después), Pedro Sánchez, el primer ministro socialista de España, declaró que la causa del apagón aún se desconocía, pero que no descartaba ninguna hipótesis. Al día siguiente, cuando la mayoría de los servicios en España y Portugal ya se habían restablecido, Sánchez anunció que su gobierno había creado una “comisión de investigación” para examinar el posible papel de las empresas energéticas privadas. Mientras tanto, el primer ministro portugués, Luis Montenegro, solicitó una investigación por parte de la UE para responder a la demanda de “respuestas rápidas y urgentes”, aunque Beatriz Corredor, presidenta del operador de red español Red Eléctrica (REE), declaró dos días después del apagón: “Sabemos la causa… [P]ero es que se manejan millones de datos.”

REE ha confirmado que a las 12:33 p.m. del día 28, la red eléctrica española sufrió dos perturbaciones separadas por unos 1.5 segundos. Se recuperó de la primera, pero la segunda provocó una pérdida gigantesca de 15 GW en el sistema, el equivalente al doble de la capacidad combinada de las cinco centrales nucleares del país y al 60% de la electricidad que se estaba consumiendo. Eduardo Prieto, director de operaciones de REE, señaló: “Un segundo y medio puede parecer poco. Efectivamente, es nada para cualquier actuación humana. En el mundo eléctrico es un tiempo muy elevado”. La pregunta es qué provocó estas inquietantes convulsiones, que en conjunto duraron unos cinco segundos.

La hipótesis más inquietante —aunque la menos creíble— es que la brecha de generación fue provocada por un ciberataque, similar al que lanzaron hackers rusos contra Ucrania en diciembre de 2015. Ya el lunes por la tarde circulaban informes fabricados, uno de los cuales afirmaba falsamente que “grupos respaldados por el Estado ruso [eran] los principales sospechosos” y que la presidenta del Consejo de la UE, Ursula von der Leyen, había anunciado “un ataque directo contra la soberanía europea.” Pero para la tarde del martes, la posibilidad de un ciberataque había sido descartada por los gobiernos de España y Portugal, los operadores de red de ambos países, y la comisaria europea de Energía, Teresa Ribera. Aun así, esta hipótesis está siendo investigada por el Instituto Nacional de Ciberseguridad (INCIBE) y el Mando Conjunto de Ciberdefensa, que dependen del Centro Nacional de Inteligencia y del Ministerio de Defensa, respectivamente. El máximo tribunal penal del país también está investigando la posibilidad de que el apagón haya sido resultado de “un acto de ciber sabotaje”, y ha ordenado informes separados tanto a REE como a INCIBE.

Los precedentes sugieren que el apagón ibérico probablemente se debió a algo más inocuo. El 28 de septiembre de 2003, toda Italia y partes de Suecia se quedaron sin electricidad durante doce horas; y en junio del año pasado, un apagón afectó a Montenegro, Bosnia, Herzegovina, Albania y Croacia. En ambos casos, los culpables resultaron ser menos siniestros que un genio del hackeo: árboles que tocaron líneas eléctricas provocaron reacciones en cadena que desembocaron en apagones masivos.

No se ha culpado a la vegetación rebelde en el caso de Iberia, pero los informes iniciales sugirieron que el clima podría haber influido. Citaban al operador portugués Rede Eléctrica Nacional (REN), afirmando que “las variaciones extremas de temperatura en el interior de España [causaron] oscilaciones anómalas en las líneas de muy alta tensión (400 KV), un fenómeno conocido como ‘vibración atmosférica inducida’.” Pero el martes, REN negó haber emitido tal declaración.

La hipótesis más cargada políticamente es que las interrupciones en la red fueron causadas, al menos en parte, por las energías renovables. Sánchez no contempla esta posibilidad, ya que hay demasiado en juego: España lidera la transición verde en Europa y el año pasado generó un récord del 57% de su electricidad con energías renovables. Pero el director de operaciones de REE ha dicho que es “muy posible que la generación afectada haya sido solar.” En un informe anual publicado en febrero, la empresa matriz de REE advirtió que el uso creciente de energía renovable en la red española podría causar interrupciones “graves” en el suministro eléctrico del país.

Para la derecha española, esto es prueba de una obsesión perjudicial con las políticas verdes. El Partido Popular (PP) acusó a Sánchez de encubrir a REE —empresa parcialmente estatal—, recordando que su actual presidenta fue ministra de Vivienda en un gobierno socialista entre 2008 y 2010. El líder de Vox, Santiago Abascal, aseguró que el apagón fue resultado del “fanatismo climático”, en alusión al plan del gobierno de cerrar las cinco centrales nucleares del país, que generan alrededor del 20% de la electricidad, de aquí a 2035. Con una demanda que se espera aumente significativamente en la próxima década, Sánchez está bajo presión para extender esta moratoria; según un manifiesto firmado por líderes del sector a principios de este año, “desmantelar esta infraestructura prematuramente causaría un daño económico irreparable.”

El problema con las acusaciones de la derecha es que las redes eléctricas pueden fallar independientemente de la fuente de energía. El tema clave, al parecer, no es el origen de la electricidad, sino el estado de la tecnología utilizada para convertirla y distribuirla. Como dijo un ingeniero: “No importa de dónde se obtenga la energía; hay que hacer bien la ingeniería para garantizar un suministro eléctrico resiliente.”

Las fallas técnicas detrás del apagón ponen de relieve, quizá, áreas donde el sistema necesita ser mejorado —por ejemplo, reforzar las redes renovables para que puedan manejar de manera más eficaz las fluctuaciones de oferta y demanda. No se trata de desafíos insuperables: en 2022, Escocia generó electricidad equivalente al 113% de su consumo a partir de fuentes renovables, sin sufrir apagones importantes.

Al brindar una nueva oportunidad para el oportunismo político, el apagón del 28 de abril recuerda a las inundaciones del otoño pasado, que causaron más de 230 muertes en España, la mayoría en la región nororiental de Valencia. Entonces, la izquierda española arremetió contra el PP, que gobierna esa comunidad, por no tomarse en serio el cambio climático; ahora es la derecha quien toma la ofensiva, alegando que el “fanatismo climático” de la izquierda está desestabilizando la red nacional. Ambos relatos son simplistas; y la verdad más probable sobre el apagón —que la brecha de generación de cinco segundos fue un accidente fortuito— no encaja cómodamente en ninguno de ellos.


  • Mark Nayler es un periodista freelance radicado en Málaga, España, y escribe regularmente para The Spectator y Foreign Policy sobre política y cultura.