Análisis de la Ivy League destruye argumentos de Biden sobre multimillonarios planes de gasto para el "Build Back Better"

El presidente norteamericano argumenta que su plan para gastar billones creará puestos de trabajo, hará crecer la economía y aumentará los salarios, todo ello sin aumentar la deuda nacional.

El presidente Biden presentó al Congreso su plan de gasto "Build Back Better" de un billón de dólares. En sus diversas reiteraciones, ha mencionado que el plan incluye el gasto de billones en todo tipo de cosas, desde créditos fiscales a vehículos eléctricos y subvenciones a la energía verde hasta guarderías financiadas por los contribuyentes, pasando por subsidios a la vivienda y mucho más. El gobierno de Biden afirma que la más reciente versión del plan supondría 1.85 billones de dólares en nuevos gastos. 

El presidente hizo grandes promesas sobre lo que obtendrían los norteamericanos a cambio de una inversión tan histórica. (Después de todo, ese precio es más que el costo ajustado a la inflación del New Deal de FDR).  

"Se trata de un marco que creará millones de puestos de trabajo, hará crecer la economía, invertirá en nuestra nación y en nuestra gente, convertirá la crisis climática en una oportunidad y nos pondrá en el camino no sólo de competir, sino de ganar la competencia económica del siglo XXI contra China y todos los demás países importantes del mundo", dijo Biden en un discurso reciente. "Es fiscalmente responsable. Está totalmente pagado".

"Durante demasiado tiempo, la gente trabajadora de esta nación y la clase media de este país han sido excluidas de las políticas públicas y es hora de incluirlos de nuevo", continuó. "Si realizamos estas inversiones, no habrá quién detenga al pueblo estadounidense ni a Estados Unidos. Seremos dueños del futuro". 

En pocas palabras, Biden argumenta que su plan de gastar billones creará puestos de trabajo, hará crecer la economía y aumentará los salarios, todo ello sin aumentar la deuda nacional de $28.9 billones de dólares (y en aumento). Sin embargo, un nuevo análisis económico de la Ivy League desmiente cada una de estas afirmaciones. 

Los analistas de la Escuela de Negocios de Wharton revisaron el marco de la última propuesta del presidente Biden, de $1.85 billones de dólares e hicieron cálculos para proyectar sus probables impactos económicos, bajo dos escenarios distintos. Uno es el escenario poco realista en el que sólo cuesta $1.85 billones de dólares. Sin embargo, como la propuesta está estructurada con muchos trucos presupuestarios y autorizaciones de gasto a corto plazo que probablemente se re-autorizarían si se aplicaran, su costo real podría ser de hasta $4.25 billones de dólares. Wharton también modeló el impacto probable de este escenario. 

En el primer caso, en el que los planes del presidente cuestan sólo lo que él afirma, el análisis sigue encontrando que sus promesas se quedan cortas en casi todos los aspectos. Las subidas de impuestos incluidas no pagarían la totalidad de la propuesta y ésta conduciría a un aumento del 2% de la deuda pública a largo plazo. (Y, aunque Wharton prevé que los salarios aumenten ligeramente, considera que la economía en general se contraerá, no crecerá y que la inversión empresarial y las horas trabajadas disminuirán. 

Entonces ¿Cómo es que eso revitaliza a Estados Unidos? Y esos pésimos resultados se obtienen con los supuestos optimistas de Biden. En el escenario más realista, en el que las previsiones de gasto se contabilizan con precisión y el costo real se sitúa por encima de los $4 billones de dólares, el rendimiento de la inversión es aún más espectacular.  

La deuda pública aumentaría un 25% en 30 años, es decir, billones y billones de nuevos gastos que, de hecho, no se pagan. La economía se contraería -no crecería- casi un 3% en este plazo en comparación con la línea de base, mientras que los salarios disminuirían un 1.5% y las horas trabajadas caerían un 1.3%. 

Es fácil entender por qué el gasto público podría tener estos escasos resultados. Los defensores del gran gasto público, como Joe Biden, se centran únicamente en los supuestos beneficios de sus planes.

Sin embargo, cada dólar que se gasta en algún lugar debe provenir, en última instancia, directa o indirectamente, de algún otro lugar de la economía. Los recursos invertidos por el gobierno en un área son, por definición, recursos que habrían sido invertidos en otro lugar por el sector privado. 

Las subidas de impuestos para financiar parcialmente el gasto desincentivan el trabajo y restan dinero que de otro modo se habría invertido. La deuda contraída para financiar parcialmente el gasto "desplaza" los recursos disponibles para la inversión del sector privado. Y no es sólo un lavado de cara. Al tomar los recursos que habrían sido asignados a través de las señales del mercado y en su lugar asignarlos sobre la base de la política, la redistribución del gobierno generalmente conduce a pérdidas económicas netas. 

Como dijo Ludwig von Mises, "El gobierno y sus jefes no tienen los poderes del mítico Santa Claus. No pueden gastar si no es sacando del bolsillo de unos en beneficio de otros". 

Teniendo en mente la realidad de las compensaciones que el análisis de Wharton es capaz de predecir de forma fiable los impactos negativos de los planes de Biden. 

Este análisis es nada menos que devastador para los planes del presidente. Biden quiere confiscar y gastar billones de dólares de los contribuyentes y promete el mundo a cambio de esta inversión. Pero tanto los analistas de la Ivy League como los principios económicos básicos exponen lo vacías que son esas promesas.