Más guerra, menor crecimiento

Como hemos podido observar, el Presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, sigue alentando, así como manifestando, sus deseos de Guerra Comercial con China. Una guerra comercial que, como hemos comentado en numerosas ocasiones, muchos economistas, a priori, negaban, pero que, sin embargo, ya comenzamos a ver sus efectos en las economías.

La misma Christine Lagarde, Presidenta del Fondo Monetario Internacional (FMI), ya ha manifestado la necesidad de un arreglo inminente, pues sus posibles efectos en la economía serían muy negativos, dañando gravemente las economías que, al comienzo del año, comenzaban a salir de ciertos escollos que apuntaban a la ralentización, y dificultando la recuperación económica de otras muchas. 

Para ponernos en situación, la guerra comercial entre China y Estados Unidos, suceso ya catalogado por algunos portales de carácter enciclopédico como suceso histórico, viene precedida por unas tensiones que ambas economías, China y Estados Unidos, mantenían en el comercio global. Unas tensiones que, ante el elevado déficit que presentaba la balanza comercial estadounidense iban ganando fuerza.

Para Estados Unidos, las prácticas adoptadas por China en materia de comercio y sobre todo, en materia de comercio global y exportaciones, gracias a la Organización del Comercio Mundial (OMC), no eran las más adecuadas. Es más, el propio Trump pidió a los miembros de arbitraje de la misma organización que cuantificasen los daños que, éstas prácticas, estaban causando a Estados Unidos y su economía.

Ante la impasible actuación del organismo, el Presidente lanzó una ofensiva de aranceles, al igual que la última acontecida hace tan solo unas semanas, a los productos chinos, siendo el fin de esta la de compensar los daños y perjuicios que estas prácticas estaban causando a la economía norteamericana. Unos aranceles que iniciaron una guerra que, por las últimas declaraciones de Donald Trump, tendrá un difícil y tortuoso desenlace.

Economías cada vez más dependientes 

Especialmente, el sector que está siendo más castigado es el tecnológico, el cual está viviendo de lleno los efectos de esta guerra.

Ante los últimos acontecimientos, dado el comercio bilateral que mantienen ambos países, los incrementos de aranceles y esas ofensivas por parte de ambos países sigue sucumbiendo a las empresas que, por razón de ser multinacionales, poseen sedes en ambos países, así como cadenas de suministro y montaje en los mismos. Especialmente, el sector que está siendo más castigado es el tecnológico, el cual está viviendo de lleno los efectos de esta guerra.

El comercio internacional, como aporte a la economía mundial, es un fenómeno con un gran aporte al Producto Interior Bruto (PIB) mundial. Sus contribuciones al crecimiento de las economías, más allá de la historia, es cada vez superior, llegando a representar, para países como China o Alemania -dos de las economías más grandes del mundo-, un gran porcentaje de su PIB y, por ende, un condicionante para el crecimiento de sus economías.

A su vez, la internacionalización de las economías, la interconexión e interdependencia de muchas de ellas, así como el fenómeno de la globalización han situado al comercio internacional en un puesto muy relevante, a tener muy en cuenta, a la hora de seleccionar aquellas políticas económicas a aplicar en las economías. Por ejemplo, las economías emergentes, unas economías que representan un gran peso del crecimiento económico mundial, poseen gran parte de su PIB, al igual que China o Alemania, supeditado a las relaciones comerciales bilaterales con otros grandes bloques económicos.

La ralentización de las economías

Para Trump, el deseo de fortalecer y hacer grande a América de nuevo no le dejan ver la realidad de la situación y el contexto, pues aunque tenga razón en muchas de sus exigencias a la OMC, la solución al problema no recae, únicamente, en la aplicación de barreras arancelarias por parte de ambos países, pues ya estamos viendo en lo que deriva esta respuesta: una ralentización del comercio global, y, por ende, un menor crecimiento de las economías. 

El comercio global es un fenómeno que, si miramos su histórico, no ha dejado de crecer, de forma interanual, durante los últimos diez años. Gracias al comercio global, muchos aportes que, hasta ahora, no estaban a nuestra disposición, hoy forman parte de nuestro día a día y resultan imprescindibles en la cotidianidad de nuestro ciclo vital. A esto hay que sumarle el contexto, el cual muestra un escenario muy delicado y en el que las economías, pese a los estímulos aplicados, continúan apagando el dinamismo que, a principio de año, parecíamos haber impulsado.

Según las estimaciones que realizan los principales organismos, los crecimientos para los próximos años, en un escenario como el actual, apuntan a sufrir correcciones negativas de manera continuada y muy en función del deterioro del balance de riesgos globales. Por su parte, la Organización Mundial del Comercio ya registra contracciones en sus previsiones para el comercio mundial, que está a expensas de una normalización en el mercado global y en las tensiones proteccionistas que, por desgracia, están levantándose en determinados países.

Actuar sí, pero con cautela

Este tipo de actuaciones, las realizadas por los líderes políticos, por muy infundadas que sean, deben ir orientadas a un contexto social y económico. En un momento donde la economía, a nivel mundial y de forma generalizada, está experimentando una ralentización, con previsiones de recesión por parte de determinados organismos, agotar aún más las economías, echándole leña a un fuego que debe estar extinto y ahogando aquellos fuegos que impulsan las economías, es un completo error. 

La responsabilidad y la conciencia política debe entrar en juego. Jugar con el comercio global es jugársela mucho y una actuación de manera arbitraria y con una gran ausencia de cautela, como hemos visto hasta ahora, podría dificultar, como hemos dicho, la situación para muchas economías. La economía necesita un respiro y las tensiones no son más que el gas arrojadizo que, día tras día, las continúa asfixiando, debilitándolas hasta el punto de matarlas. En el caso de la economía, debilitándolas hasta el punto de una recesión. Llegados a ese punto, entonces no habrá vuelta atrás.