TikTok, encuestas y las elecciones que no fueron.
Rumanía tenía que haber elegido un nuevo presidente el pasado fin de semana. No lo hicieron.
Rumania tiene un gobierno parlamentario, con un presidente elegido como jefe de Estado. Un elemento inusual del sistema rumano es que el presidente no puede, durante su mandato, ser miembro de un partido político. Pero esta teórica neutralidad no significa que los elegidos no suelan ser políticos. (El actual presidente, Klaus Iohannis, era líder del Partido Nacional Liberal [PNL], antes de su elección).
La Constitución posterior a Ceaușescu se diseñó para limitar el poder del presidente frente al legislativo, pero como jefe de Estado, el presidente es miembro del Consejo Europeo y sigue teniendo un papel muy influyente. El presidente también está limitado a dos mandatos consecutivos (también un intento de evitar la situación de «presidente vitalicio» que existía bajo el comunismo).
Como estaba previsto, la primera ronda de votaciones tuvo lugar el 24 de noviembre, reduciendo el campo a dos candidatos. La sorpresa fue quién quedó en cabeza.
El candidato no afiliado Călin Georgescu se impuso, para sorpresa de los observadores políticos de toda Europa. Aunque es independiente desde 2022, en el pasado fue miembro de la Alianza para la Unión de los Rumanos (AUR), un partido nacionalista de derechas, que ha ganado apoyo en los últimos años. Uno de sus puntos fuertes ha sido ganar atención en Internet, y apoyo entre la diáspora rumana que vota desde el extranjero.
Tampoco es exactamente una figura marginal, pues de 2015 a 2016 fue Director Ejecutivo del Instituto del Índice Mundial de Sostenibilidad de las Naciones Unidas en Ginebra y Vaduz. Antes de eso, fue Presidente del Centro Europeo de Investigación del Club de Roma (2013-2015). Pero se le consideraba en gran medida un outsider en esta carrera, y un avatar del identitarismo rumano anti-OTAN y pro-Putin.
El segundo lugar (y el puesto restante en la papeleta para la segunda vuelta) fue para Elena Lasconi. Era presidenta del partido USR (Unión Salvar Rumanía), un partido de centro-derecha y socialmente liberal. Esto significaba que los votantes rumanos iban a elegir entre dos candidatos de derechas para su presidencia: una primicia en la historia postcomunista del país.
Las encuestas previas a la primera vuelta daban a Georgescu sólo un pequeño porcentaje de los votos, lo que aumentó la sorpresa (aunque quizá no tanto para quienes nos estamos acostumbrando a que las encuestas subestimen el apoyo a los candidatos de derechas). Georgescu consiguió gran parte de su apoyo a través de TikTok, que es donde la historia da otro giro.
Apenas 48 horas antes de que se celebrara la ronda final, se anularon las elecciones.
El Tribunal Constitucional anuló la primera vuelta, debido a acusaciones de injerencia electoral.
El presidente Klaus Iohannis desclasificó documentos de inteligencia del Consejo Supremo de Defensa Nacional, en los que se alegaba que cerca de 800 cuentas de TikTok creadas en 2016 se activaron repentinamente en noviembre, apoyando la campaña de Georgescu. La inteligencia rumana acusó a Rusia de crear estas cuentas.
Otras 25.000 cuentas de TikTok se activaron sólo dos semanas antes de la primera vuelta de las elecciones.
Otras acusaciones incluyen no haber marcado los TikToks de su campaña como material electoral, y pagos ilegales a usuarios que le promocionaban. Una cuenta pagó 381.000 dólares en el espacio de un mes a usuarios que impulsaron la candidatura de Georgescu.
La sentencia del tribunal dice que la votación debe anularse por completo, y que el gobierno debe hacer planes para unas nuevas elecciones. El presidente Iohannis afirma que permanecerá en el cargo hasta entonces.
En la última década se han formulado en todo el mundo acusaciones de injerencia extranjera en las elecciones, sobre todo a través de las redes sociales. Es la primera vez que un país suspende sus elecciones por este motivo. Puede que no sea la última.